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Dostoievski página a página

Publican por primera vez en español la edición completa de «Diarios de un escritor». Un volumen donde el autor de «Crimen y castigo» hace examen de conciencia y repasa sus filias y fobias.

 
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Dostoievski en crónicas, apuntes, críticas, artículos. En lo suelto, en lo traspapelado, en el barullo de la anotación apresurada asoma, en ocasiones, el genio más irreverente y lúcido de un autor. Es la prosa vivaz, suelta, sin el lastre estético de la novela o la impostación que obliga todo lo teatral. Dentro de un escritor caben muchos escritores, muchos heterónimos, tantos como preocupaciones estéticas y géneros literarios coexistan en su época.

«Dostoievski nunca fue el mejor prosista ruso ni un gran estilista, pero sin duda fue un escritor excepcional. Cuando hacía un trabajo rápido su preocupación por la sintaxis y la ortografía dejaban bastante que desear». Paul Viejo hace estas revelaciones inesperadas, imprevistas, pero reales, de ese novelista de mirada reservada que convirtió la literatura en una radiografía del alma moderna. Viejo ha publicado la primera edición completa en español de «Diario de un escritor» (Páginas de espuma), que reúne las reflexiones del literato ruso al hilo de lo contemporáneo, de la actualidad, que en muchas ocasiones no era lo social, sino lo privado, lo íntimo, aunque eso, lo personal, resulte para muchos innecesario o poco trascendente.

Suma de textos

La obra ha sido una tarea ardua y ambiciosa, de cotejo largo y preparación atenta, porque el texto que se presenta al lector se ha vertido directamente al español desde el original ruso sin recurrir en esta ocasión, como se había hecho en décadas anteriores, a traducciones puente.

«Son más de 1.600 páginas y hay que hacer que todas ellas sean comprensibles para el lector actual. En ocasiones, sus textos se encabalgan y él se extravia en largas digresiones. Es complicado volcar eso en castellano y que sea comprensible para los lectores de hoy».

El volumen es una suma de preo-cupaciones diversas. De cuestiones pendientes. Desde la política hasta la literatura. El libro aporta la visión que el escritor tenía de Europa y la concepción que, según él, existía en el continente de la Rusia que vivió. Pero también se preocupa por el conocimiento del francés entre sus coetáneos (muy vigente durante ese periodo, como demuestran los largos diálogos en francés de las novelas rusas, como«Guerra y paz», por ejemplo), la cuestión hebrea, que ya por entonces era un motivo de polémica, o la Revolución francesa. Nada escapa a Dostoievski, que somete al rigor de sus opiniones y de su severo examen las ideas ajenas y las propias.

Aferrado a la historia

El primer paso para la planificación de este título fue la selección. Después de reunir todo el material disponible del novelista había que decidir qué pertenecía a este título y qué escritos eran textos acoplados, que, sencillamente, se habían sumado a este «corpus» sin pertenecer realmente a él. «Es un volumen que siempre nos había llegado de manera parcial. Su valor es sobre todo documental. Es histórico, porque glosa ese periodo, retrata la situación de su país durante el siglo XIX. Quien desee conocer qué ocurría en esa época en Rusia, puede recurrir a los manuales de historia o que se la enseñe un escritor como Dostoievski. Él es un cronista de lo inmediato, de lo que está sucediendo. Aquí desarrolla su propio pensamiento, su ideología y expone sus críticas».

Las personas suelen confesarse con el dietario, con las libretas de mesilla o las que portan en la chaqueta. Dostoievski dejó en estos pliegos sus inquietudes, dudas y análisis sobre sí mismo y su obra. «Cuando empezó a redactar este libro ya había publicado "Crimen y castigo"y "Memorias del subsuelo", y estaba comenzando "Los hermanos Karamazov", una novela sobre la que existe abundante material en estos diarios. Dostoievski analiza su obra de una forma bastante negativa. Él mismo se reconoce como un escritor de folletín. Y, de hecho, se adecuaba a las publicaciones mensuales, se adaptaba siempre a las extensiones y el espacio que le decían los editores y los periódicos. En un pasaje llega a afirmar que de algunas de sus obras solamente salvaría 50 páginas. Aplica una crítica muy severa con su legado, pero también hay que señalar que era muy consciente de que sus libros iban a trascender».

Dostoievsky fue deportado a la cárcel en su juventud. Una vivencia que le marcó y que le proporcionó una experiencia fundamental para comprender la psicología del hombre y los motivos y anhelos que lo mueven; las servidumbres y recovecos oscuros que habitan en él y que oculta en su interior.

Ideología y espiritualidad

Sin embargo, un narrador con esa capacidad mostró un desinterés absoluto hacia su vida personal. Igual que Tólstoi, las causas que lo atraían eran de otra índole. «Sobre todo reflexionaba sobre la relación de Rusia con Europa. Estaba en una disyuntiva. Había que decidir entre conservar el espíritu ruso o aproximarse a Europa». Dostoievski, a pesar de su imagen de ermitaño, se muestra, sin embargo, generoso en el enjuiciamiento de los escritores coetáneos: «Muestra su admiración por "Anna Karenina"y habla bien, con elogios, de casi todos. Los que considera irrelevantes apenas los menciona o lo hace sin nombrarlos.

Lo mismo sucede con los pintores y los músicos. En el fondo, en esta obra no intenta quedar como protagonista. Es un periodismo objetivo. Contiene pasajes de gran altura literaria. El lector puede encontrar sus planteamientos, lo que va pasando cada día. Aparece la llegada del comunismo. No está alejado de él en ciertos puntos, pero siempre reclamará cierta espiritualidad a todas las ideologías y compromisos. No tiene una ideología fija», señala Viejo. Los diarios reflejan las opiniones que Dostoievski defendía sobre el papel que el pueblo debía desempeñar en la política de su país. «Para él debía formar parte, o intervenir, en todas las decisiones importantes. Insistía en la educación y en que la política era para el pueblo. Son ideas de izquierda, pero hay que reseñar que él jamás enarboló ninguna bandera ideológica concreta».

A lo largo de esta monumental obra aparecen pasajes de diferente tono. Los hay lacónicos y los hay humorísticos. Párrafos que pueden resultar polémicos y otros más introspectivos: «Resulta imposible quedarse con la imagen de un único Dostoievski. Cuando ves la realidad que le rodeaba, comprendes todas las facetas que tenía». Paul Viejo comenta la aparición de estos diarios en el contexto del actual resurgimiento de la literatura rusa en el panorama literario español, con ediciones nuevas y traducciones renovadas. «En España, en el pasado, por circunstancias que no es necesario mentar, no existían las condiciones adecuadas para que se pudiera estudiar ruso en la universidad y que hubiera buenos traductores en esta lengua. Por eso se recurría a las ediciones francesas, inglesas o italianas. Ahora, ese trabajo se puede hacer y ofrecer estas obras con una traducción directa».


El escritor sobre Europa y Rusia
«Europa no creerá nunca en nuestras declaraciones y siempre seguirá en actitud hostil frente a nosotros. Cuesta trabajo imaginarse el miedo que nos tiene. Y si nos tiene miedo, debe odiarnos. Europa nos quiere mal de una manera admirable, nunca nos ha querido bien; nunca nos ha considerado como a sus semejantes, como europeos, desde siempre nos ha tenido por enojosos intrusos. Por eso le gusta consolarse a veces pensando que Rusia "es de momento débil". (...). Estoy convencido de que sobre Rusia habría caído la desgracia más grande si hubiéramos vencido en una guerra, por ejemplo, la de Crimea, o si nos hubiéramos mostrado más fuertes que la alianza. Al ver que teníamos tantas fuerzas, todos en Europa se habrían levantado contra nosotros con odio de fanáticos».


El francés y los disparates
«Los rusos que hablan francés (es decir, toda la enorme masa de intelectuales rusos) se dividen en dos grandes grupos: los que lo hablan definitivamente mal, y los que creen que lo hablan como verdaderos parisienses (toda nuestra alta sociedad) y, sin embargo, lo hablan tan indudablemente mal como los del primer grupo. Los rusos del primer grupo llegan hasta el disparate».


Desgraciados y fracasados
«Es difícil imaginarse gente más desgraciada que los republicanos franceses y su República francesa. Han pasado rápidamente cien años, desde la primera vez que apareció en el mundo esta institución, y desde ese momento cada vez (ahora ya va la tercera) que hábiles usurpadores han confiscado la república en su propio beneficio, nadie se ha levantado a defenderla seriamente, aparte de algún grupito. No ha habido ni una sola vez una fuerza popular de defensa. En estos períodos, cuando tenía que existir, era raro que alguien la considerara como algo definitivo, y no transitorio. Sin embargo, no hay personas más convencidas de la simpatía del país hacia ellos que los republicanos franceses».