Ceuta
La Policía marroquí retiene más de 5 horas a dos reporteros de LA RAZÓN
El cruce de Beni Enzar tuvo ayer menos tráfico que en días anteriores, por ser viernes, día de descanso musulmán. Sin embargo, la tensión de los últimos días se mantiene y los dos reporteros de LA RAZÓN tuvieron ocasión de comprobarlo, pues fueron retenidos durante más de cinco horas en la comisaría de Policía de Frontera del paso más importante de Melilla por agentes marroquíes.
Los periodistas cruzaron por la tarde a territorio marroquí para tomar el pulso a la situación en la frontera. Primero pidieron permiso a un agente para hacer unas fotografías, pero obtuvieron una negativa por respuesta. Minutos después, fueron abordados por un hombre (que se identificó como el guardia del edificio) que les llamó la atención cuando tomaban, desde la azotea, algunas instantáneas de las pancartas contra España que cuelgan en la denominada «tierra de nadie».
Esta zona de seguridad, que debería estar desierta por un acuerdo tácito entre Madrid y Rabat, está tomada en las últimas semanas por ciudadanos marroquíes. Las pancartas contra España y a favor de la marroquinidad de Ceuta y Melilla seguían ayer en el mismo sitio y no habían sido retiradas por los gendarmes de Rabat.
Sólo 50 metros separan ambos países, pero tras recorrerlos se entra en un universo distinto donde las reglas cambian. Las cosas no funcionan igual a este lado del paso y lo que podía haberse resuelto con una simple amonestación o una multa por fotografiar una zona de seguridad se convirtió rápidamente en una privación de libertad. Los agentes no dieron ninguna explicación a los dos periodistas sobre su situación, pero como primera medida les retiraron tanto sus pasaportes como los respectivos carnés de prensa.
Un representante de una asociación marroquí de defensa de derechos humanos se acercó hasta la comisaría de la Policía de Frontera, donde la presencia de agentes revoloteando por las dependencias era numerosa. Pero todos ellos, incluido el jefe del servicio, se esfumaron a la caída del sol para romper su ayuno de Ramadán. Eso sí, sin liberar a los periodistas, que a apenas unos metros de territorio español y sin pasaportes sólo podían esperar.
Con el jefe del servicio de nuevo en el puesto policial, los agentes marroquíes se tomaron un tiempo en borrar las fotografías tomadas en el paso fronterizo. Revisaron incluso las tarjetas de sus móviles, para asegurarse de que no habían captado ninguna instantánea a través de la cámara del teléfono.
El responsable del servicio revisó entonces de forma concienzuda sus pasaportes, preguntándoles por cada país que habían visitado, las fechas en las que lo hicieron y hasta por los idiomas que hablaban. Ese interrogatorio sobre sus desplazamientos y su actividad profesional se prolongó hasta pasada la medianoche. Los agentes se mostraron en todo momento amables con los periodistas retenidos, a los que facilitaron unos botellines de agua para calmar la sed, permitiéndoles acudir al baño.
Tras más de cuatro horas retenidos, y cuando la noticia ya había saltado a los teletipos y a los informativos radiofónicos, los periodistas afrontaron este tedioso bombardeo de preguntas con el lógico cansancio en el cuerpo.
Una vez los agentes se cercioraron de que las tarjetas de memoria estaban borradas y concluido el interrogatorio, los responsables policiales se retiraron en conciliábulo para resolver sobre la situación de los dos informadores.
Finalmente, tras más de cinco horas retenidos hubo fumata blanca y los dos periodistas, de nuevo con sus pasaportes en la mano, recuperaron la libertad casi a la una de la madrugada.
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