Actualidad

Óscar Padilla: «La salida a hombros fue como tocar a la Virgen del Rocío»

Su hermano y su apoderado Diego Robles cuentan a LA RAZÓN cómo vivieron la reaparición del torero

Óscar Padilla: «La salida a hombros fue como tocar a la Virgen del Rocío»
Óscar Padilla: «La salida a hombros fue como tocar a la Virgen del Rocío»larazon

Padilla consiguió volver a los ruedos el pasado domingo en Olivenza tras la grave cogida que sufrió el 7 de octubre en la feria del Pilar de Zaragoza. «Vivimos momentos emotivos durante toda la tarde. Todo el mundo se volcó con Juan José. Fue una cosa gloriosa. Ha pasado a la historia en vida y es un héroe por todas las cosas que ha sido capaz de superar». Lo dice su propio hermano, Óscar Padilla, que también se dedica a la profesión como banderillero. Bien sabe su gente el calvario que ha tenido que soportar para llegar hasta aquí. Hace cinco meses, en aquella larga noche en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, la reaparición no era ni tan siquiera una opción. «El día a día después de una cogida tan brutal es duro y es cuando una persona necesita más apoyo», asegura Diego Robles, apoderado, junto con la casa Matilla, y amigo del diestro de toda la vida.

En un tiempo récord y ante la sorpresa del orbe taurino, Padilla anunció su vuelta a los ruedos. Y regresó. «Él concibe su vida en el ruedo. No renuncia a su profesión y todavía no ha llegado el momento de dejarlo», cita su hermano, el cual quiere dejar claro que «Padilla vive con el objetivo de vestirse de torero». «Ha sido un reto el que ha tenido en todo momento», matiza Robles.

Tras varias operaciones, la última larguísima en el hospital de Sevilla, para intentar recuperar la movilidad en la cara, Juan José Padilla se empleó a fondo en coger la forma física, la fuerza y la energía. Al ánimo ya le había ganado la batalla. Y lo demostró al mundo entero cuando saltó al ruedo ese primer toro de la tarde, «Trapajoso», de Núñez del Cuvillo. Padilla volvió en Padilla. Atrás quedaban tres intervenciones muy complicadas, una de trece horas de duración en el hospital Virgen del Rocío llevada a cabo por el doctor García Perla, a quien brindó el toro de su reaparición. Como bien indica su hermano Óscar, «la cogida no fue una cornada de espejo, profundiza más, con dolor y sentimientos. Pudo ser una tragedia más gorda». El diestro «ha tenido que empezar de cero. Tenía que luchar contra todo. Las operaciones le destrozaron tanto moral, como físicamente. Perdió mucho peso y masa muscular. Al principio se tenía que apoyar en la gente para poder caminar», dice Diego Robles, quien asegura que «ha pasado etapas muy duras, apoyado por doctores que han estado tratándole y dialogando con él para intentar recuperarle de tantas emociones». Padilla ha dado una lección universal sobre la capacidad de recuperación. Ha dejado constancia de que «querer es poder» y si luchas por tus metas al final las consigues. El primer peldaño de esta profunda carrera lo subió el 30 de diciembre del año pasado. Día en el que decidió ponerse de nuevo delante de la cara del toro y probarse con unas becerras. Hasta sus más allegados se quedaron boquiabiertos: «Me sorprendió muchísimo. A pesar de que su temperamento se movía por torear, no me esperaba que fuese tan pronto». Toros a puerta cerrada y muchas horas de entrenamiento en esa puesta a punto. Y un millón de temores antes de que toda esa preparación llegara a su meta en la plaza de Olivenza. «Ayer (por el domingo) pasé mucha angustia y tenía ganas de ver cómo salía todo», dice Robles. Por la puerta grande abandonó el torero gaditano el coso, en una tarde colmada de emociones. Tanto que hasta su padre, Pepe Padilla, sufrió un desvanecimiento y lo tuvieron que atender en la enfermería de la plaza. Para él fue el brindis de su segundo toro. «Esos son los sentimientos de un padre hacía su hijo, ha luchado mucho por él. La cornada fue un palo muy fuerte y se le acumularon muchas cosas. Ha luchado mucho por sus tres hijos y siempre ha confiado en Juan José». Afirma Óscar, quien sintió «una emoción desbordante» en el momento en el que él y el resto de compañeros, Juli, Talavante, Perera, entre otros, sacaron a su hermano por la puerta grande del coso «fue un sentimiento similar a cuando tocas a la Virgen del Rocío. La fe mueve montañas», concluye. Esa fe de la que habla Óscar y la fuerza de un héroe quedarán escritas para siempre en la memoria taurina.