CGPJ
El CGPJ se enquista en la elección del relevo de Dívar
Siete horas de deliberaciones no fueron suficientes para designar a su sustituto y el Pleno se reanudará hoy
MADRID- El Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no fue capaz ayer de elegir por consenso al sustituto del dimitido Carlos Dívar. Tras siete horas de deliberaciones, los veinte vocales del órgano de gobierno de los jueces tiraron la toalla ante la evidencia de que las posiciones enquistadas de unos y otros no permitían que cualquiera de los candidatos –más de una veintena– consiguieran el aval necesario de doce vocales. Los que más cerca estuvieron fueron el ex presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) José Ramón Ferrándiz –apoyado por la mayoría de vocales «conservadores» y por varios «progresistas»– y el magistrado de la Sala Penal del Tribunal Supremo Joaquín Jiménez. Ambos llegaron a sumar diez apoyos, muy cerca de los doce necesarios.
El nombre de Jiménez, como los de los también magistrados de la Sala Penal del Supremo Francisco Monterde y Perfecto Andrés Ibáñez, se pusieron sobre la mesa en la sesión vespertina, al igual que el del ex magistrado del Alto Tribunal Benigno Varela. Pero ninguno fue capaz de concitar los respaldos que hubieran puesto punto y final al interminable debate para dar con el relevo de Dívar.
Tampoco el ex fiscal general del Estado Carlos Granados (sólo sumó seis votos), promovido por varios vocales «progresistas», suscitó el quórum preciso. Finalmente, no hubo más remedio que interrumpir las deliberaciones, que continuarán hoy a mediodía, nuevamente sin pronóstico. «Se ha visto claro desde el primer momento que la decisión estaba bloqueada», comentaba uno de los vocales tras poner fin a la maratoniana jornada.
Y eso que desde las once y media de la mañana, los veinte vocales se encerraron en la sede del CGPJ con el único objetivo de consensuar un candidato para suceder a Dívar. En la sesión matinal salieron a la palestra los nombres y currículos de los dos favoritos –Carlos Granados y José Ramón Ferrándiz, ambos magistrados del Supremo– y los de otros quince candidatos (todos ellos magistrados o magistrados eméritos del Tribunal Supremo) con menos apoyos, pero ninguno consiguió aglutinar los doce votos necesarios para auparse a la presidencia del CGPJ y del Alto Tribunal.
Tras más de dos horas de cónclave, uno de los vocales hablaba de una mañana de «eternos empates». Las propuestas no variaban y los apoyos, tampoco. Empezaba a cobrar fuerza la posibilidad de que los vocales de uno y otro signo hiciesen de tripas corazón y se decantasen por un «tapado» que, sin entusiasmar a ninguno, al menos tuviese la virtud de no concitar rechazos recalcitrantes.
Un nombre, el de Gonzalo Moliner, presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo y miembro de la asociación «progresista» Jueces para la Democracia, se incorporaba a la terna –también sin éxito– «apadrinado» por los vocales Gómez Benítez y Miguel Carmona.
A las dos y media, el debate se interrumpió para comer. Simplemente se cambiaba de escenario, pues los conciliábulos y las quinielas continuaron, ahora con mesa y mantel. Preguntado por los periodistas, el presidente en funciones del CGPJ, Fernando de Rosa, expresó su satisfacción por el «enriquecedor» intercambio de pareceres de los vocales y «por los nombres que se están poniendo encima de la mesa», informa Efe.
Repuestas las fuerzas, los vocales se volvieron a encerrar para intentar acercar posturas. Enquistados con los nombres de los dos principales candidatos, era el momento de recurrir al «plan B» para desatascar un debate que sólo conducía a un callejón sin salida. Pero no había «plan B».
Regenerar el consejo, fundamental
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, recordó ayer que la elección del nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial es «competencia» del propio órgano, por lo que el Gobierno se limitará a «respetar absolutamente» sus decisiones. Además, el titular de Justicia afirmó, en declaraciones a Onda Cero, que «la regeneración» del CGPJ es «irrenunciable» y que la institución «no debe ser objeto de disputas políticas y, sobre todo, debe dar una tranquilidad de continuidad», algo que, a su juicio, se consigue cuando los partidos comparten una forma de entender la Constitución y la independencia del Poder Judicial.
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