Londres

Los Middleton comen con la reina

Los abuelos de Guillermo y los padres de Kate se encuentran por primera vez

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Los padres de Kate durmieron ayer algo más tranquilos. Es cierto que queda apenas una semana para la boda real, pero el matrimonio pasó con éxito la gran prueba de fuego: conocer a la soberana. La figura de la reina Isabel II infunde respeto, y con los nervios del día del enlace, los Middleton habrían podido cometer cualquier fallo con el protocolo. Pero, ya sea por amor a su nieto o por cortesía, la soberana decidió organizar, junto a su esposo el duque de Edimburgo, un almuerzo junto con los futuros suegros del príncipe Guillermo.
Según confirmó una fuente de Buckingham Palace a este periódico, es la primera vez que los padres de Kate se encuentran con la reina. La comida se celebró en el Castillo de Windsor, donde Isabel II pasa largas temporadas. Estuvieron los cuatro junto a miembros del personal de la Casa Real, presuntamente secretarios privados. La ausencia de los novios no hizo sombra a la jornada. Según el portavoz, el ambiente fue «cálido». Durante meses se ha especulado mucho sobre cómo y cuándo la familia política del segundo heredero al trono conocería a la reina. Antes de que se anunciara el enlace hubo rumores sobre si el encuentro se había producido en la graduación militar del Guillermo, cuando Carole Middleton fue criticada por masticar chicle de nicotina. Entonces, en los mentideros se aseguraba que los padres de Kate habían dicho a la soberana:«¿Cómo está Vd.?», en vez de «encantada de conocerla». Una reunión que nunca existió.

El príncipe gana por 5-0
De lo que se han desvelado pocos detalles es sobre la relación de los futuros consuegros. A Kate se la ha visto almorzar con Camilla, pero sus padres nunca han sido fotografiados junto al príncipe Carlos. Michael y Carole fueron invitados por Guillermo a finales de año a Birkhall, la residencia privada en la finca que la reina tiene en Balmoral. Fueron estas fotos las que dispararon los rumores de un compromiso, pero todo parece indicar que el príncipe de Gales no les acompañó. Lo que está claro es que, con almuerzo o sin almuerzo, los novios ya no pueden reprimir sus nervios. Y mientras que Kate se desahoga con su hermana, el príncipe ha encontrado en el deporte su mejor aliado. El lunes, jugó un «partidillo» en Battersea Park, en Londres. Su equipo venció 5-0, pero más que por la técnica el resultado tuvo mucho que ver con el miedo del adversario. Uno de los jugadores del plantel rival, Martin Bruce, confesó ayer al «Evening Standard» que se sintió «nervioso» al tener que marcar al príncipe, que jugó como central. «No quería ser la persona que accidentalmente le rompía el tobillo o le ponía un ojo morado justo antes de la boda», matizó.