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La América profunda duele

T. S. Eliot afirmaba que no se podía comprender plenamente a Dante a menos que se fuera católico. En cambio, se puede admirar esta novela sin compartir los valores religiosos que en ella se proponen.

La Razón
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«Gilead» es el testamento epistolar de un anciano pastor metodista a su hijo pequeño en una ficticia localidad de Illinois durante la séptima década de su vida y al borde de la muerte. En el año del señor de 1956, John Ames intenta poner en negro sobre blanco el retrato de su comunidad, así como repasar las acciones de sus ancestros y las suyas. Aunque intenta hacer «un experimento de franqueza» no puede evitar ser lo que es: remotamente republicano, sentencioso y provocadoramente inclinado al ejercicio de la homilía.

Cada palabra es «celebrativa», delatando el ejercicio de su profesión hasta tal punto que su intención se diluye en el descenso hacia laberintos cotidianos... Algo deliberado en la voluntad de la autora, quien, mediante una exquisita prosa, nos permite deducir que, tras un aparente remanso de idílica existencia, fluye una corriente de situaciones sin resolver: pobreza, racismo, guerra...

Es, pues, una magnífica instantánea sociológica de la América profunda que desprecia cuanto ignora. Hay sinopsis que pueden apartarnos de un texto y confío en que no sea éste el caso, pues es en esas páginas donde, además, queda espacio para tejer un drama psicológico y abordar una de las mejores novelas de ideas que se hayan podido leer. Cerrado el libro, empieza la verdadera relectura y su revisitación emocional.