Denver

No hay una cabeza buena por Reyes Monforte

La Razón
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No digo que tenga que embargarnos de urgencia el espíritu de La Casa de la Pradera con la familia Ingalls al frente, pero creo que lo que lleva a un hijo a intentar matar a sus progenitores deber estar más en la cabeza que en los alrededores. Los expertos se afanan en explicar estos sucesos como la consecuencia de un cúmulo de factores: que si el calor, la crisis, el tiempo extra que pasamos con la familia que consigue crisparnos, la crisis de valores... Que una hija mate a su madre por una discusión sobre qué programa de televisión ver o que un hijo mate al padre por una mala contestación va más allá de una mera crispación.

Algo no funciona en la cabeza de un individuo y por eso decide disfrazarse de payaso y matar en Denver a 12 personas que han ido al cine a ver el estreno de «Batman», o asesinar a 6 en un templo sij de Wisconsin o intentar envenenar a su padrastro poniéndole Prozac en la comida.
Conclusión: no hay una cabeza buena. Los ejemplos se multiplican a diario. Sólo hay que ver a todo un alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, comportándose como un vulgar chorizo junto a sus adláteres entrando a robar en un supermercado, agrediendo a los trabajadores (que no son precisamente ricos), insultándoles y diciéndoles que roba a los ricos para dárselo a los pobres. A este ejemplar de político se le ha cruzado la reposición de «Curro Jiménez» y no ha sabido digerirla. Y no creo que su comportamiento tenga nada que ver con el calor ni con la compañía familiar.