Lyon
Los sindicatos elevan la tensión con dos huelgas
Sarkozy promete ser inflexible contra «la minoría que pretende secuestrar» el país por promover reformas.
PARÍS- Inflexible, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, volvió ayer a alzar el tono. No tanto para defender su denostada reforma de las pensiones, para lo que recurre a un registro mucho más pedagógico, sino para condenar la violencia «cobarde y gratuita» que ha salpicado en estos días las manifestaciones de estudiantes en ciudades como Lyon o París y que se han saldado desde el pasado 12 de octubre con el arresto de 1.900 personas.
«Los alborotadores no tendrán la última palabra», advertía ayer el líder galo al tiempo que justificó el uso de la mano dura contra los responsables de actos vandálicos que serán «localizados, detenidos y castigados, sin ningún tipo de miramiento».
Diez días de huelga energética
Inasequible al desaliento ante los actuales contratiempos como a la incesante escalada de críticas por parte de sus adversarios, el gobernante conservador mostró ayer de nuevo una inquebrantable firmeza contra quienes mantienen «secuestrada», con sus bloqueos, a la economía y la industria francesas. «No podemos ser el único país del mundo en el que, cuando hay una reforma, una minoría quiere bloquear al resto. Eso no es posible, la democracia no consiste en eso», espetó el presidente de visita a un municipio rural del centro de Francia.
Mañana se cumplen diez días de huelga indefinida en un sector crucial como el de la energía. Once de las doce refinerías del país han echado el cerrojo hasta nueva orden y la única operativa, funciona intermitentemente. Desde hace dos días, Francia se ha visto obligada a importar masivamente electricidad de otros países. Económica y socialmente, el país empieza a renquear y la población a exasperarse.
Las largas horas de espera en las estaciones de servicio que aún tienen reservas de combustible siguen haciéndose eternas. Si el Gobierno francés reconoció ayer una «ligera mejoría» en el reabastecimiento, los avances son tan reales como lentos, pues un cuarto de las 12.300 gasolineras de Francia permanecen secas.
Optimista, el ministro de Transportes, Jean Louis Borloo, considera que la vuelta a la normalidad es sólo «cuestión de días», aunque no dijo cuántos. Pese que sólo catorce de los 93 depósitos más importantes de hidrocarburos seguían ayer bloqueados, los profesionales del sector vaticinan un fin de semana problemático.
La resistencia sindical, que ayer se vio fortalecida nuevamente con el apoyo de los jóvenes –12.000 estudiantes se manifestaron en París con algún forcejeo con la policía –, llevó al cierre parcial de los accesos a algunos aeropuertos como el del Marsella, a la interrupción de algunas líneas de trenes o al bloqueo de plataformas logísticas. Entre las partes, la entente se antoja imposible. Desde el inicio del conflicto social, ambas mantienen las espadas en alto. Tanto Nicolas Sarkozy, al que la líder socialista, Martine Aubry, acusa de recurrir a un «golpe de fuerza permanente», como los sindicatos que tras reunirse ayer decidieron proseguir con su movilización. Las centrales fijaron las fechas para dos nuevas protestas. Los próximos 28 de octubre y 6 de noviembre, independientemente de que para entonces la ley ya haya sido adoptada.
Todos, salvo la CFDT, el segundo sindicato más importante, se mostraron impermeables al gesto del Gobierno, que trató de soltar algo de lastre en el Senado con una enmienda que esta organización reclamaba desde hace tiempo. La CFDT podría protagonizar la ruptura de la unidad sindical. Contraria a la radicalización de las protestas, porque podrían «convertir la movilización en algo impopular», ayer se felicitó de la enmienda gubernamental para abrir en 2013 una «nueva reflexión» sobre las pensiones.
El Senado vota hoy las pensiones
Frente a la creciente tensión social, el presidente Nicolas Sarkozy no quiere más dilaciones. La reforma de las pensiones tenía que haber sido votada el miércoles pasado por los senadores, pero las más de mil enmiendas presentadas por la oposición para retrasar el trámite lo han impedido. Por eso, el Gobierno galo pidió ayer al Senado que acelere los debates y la exposición de las 250 enmiendas que aún quedaban ayer por examinar. Para ello, se recurrirá a un procedimiento excepcional de «voto único», contemplado en la Constitución, que permitirá que la votación no se demore más allá de mañana. Sin embargo, el proyecto de ley aún tendrá que ser consensuado en comisión mixta paritaria y ratificado por el Parlamento en su conjunto la semana que viene.
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