Estimulante parodia

Nos ha parecido de perlas la idea de Paolo Pinamonti –que deja la dirección de la muestra con este acontecimiento– de estrenar en nuestro país la ópera «pasticcio» «Júpiter en Argos», una típica composición construida sobre la falsilla de fragmentos de otras obras propias o ajenas. Se emplea habitualmente la edición realizada por el musicólogo americano John H. Roberts, que ha reconstruido un poco a tientas el original de los convencionales amoríos entre dioses y personajes afines.

Expresiva Hallenberg
Lo que importa es la música y no el libreto que el veneciano Lucchini había escrito para una ópera de Lotti estrenada en Dresde en el año 1717. La obra haendeliana vería la luz en Londres en 1739. La versión degustada nos ha parecido de recibo, tanto por el aire, puede que un tanto cansino y un punto monótono, pero fiel al estilo, de Curtis y su discreto Complesso, cuanto por las prestaciones vocales. Destacamos entre ellas la de la expresiva mezzo Hallenberg, graciosa y contundente, dominadora y experta en la defensa de una nada fácil coloratura, y la de la soprano Gauvin, precisa en las agilidades y de trino seguro, que salvó un par de arias de bravura de campeonato.

A menos nivel, la soprano Baka. Priante evidenció su habitual firmeza en estas piezas barrocas, mientras que Weisser, de agitadas y emotivas pulsiones, puso de manifiesto calidad tímbrica y una cierta tendencia al desafine. El tenor Zorzi cantó de manera vibrante y discreta coloratura, un poco apuradillo en la zona superior.