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La National Gallery de Washington descubre al Miró más combativo

La National Gallery of Art de Washington inaugura esta semana una exposición en la que se propone acercar al público estadounidense el Miró más desconocido: la faceta del pintor más combativa políticamente y también la más vinculada a sus raíces catalanas.

La muestra "Joan Miró: la escalera de la fuga", presentada a la prensa hoy, se adentrará en la obra del artista hasta el 12 de agosto, con una inusual agenda de actividades complementarias para divulgar la vida y el contexto histórico del surrealista catalán, y se suma a otra exposición del artista en cartel en el museo Kreeger de la capital estadounidense.

El comisario de "Joan Miró: la escalera de la fuga", Harry Cooper, subrayó hoy a Efe que la exposición da un nuevo paso para explicar "cómo la guerra civil española y la historia de ese momento afectó a la carrera de Miró y a su obra".

El director adjunto del Institut Ramon Llull -que promueve la cultura catalana-, Àlex Susanna, consideró que "la aportación clave es la relectura de Miró bajo un prisma a priori inesperado, como alguien mucho más vinculado a los episodios de la historia que se podía imaginar".

"Cuando uno piensa en Miró, uno piensa en un artista naíf, que en todo momento consigue sustraerse a las coordenadas de espacio y tiempo, y en cambio aquí chocamos de bruces con un Miró que tiene un grado de compromiso increíble con la cultura, la lengua y las instituciones catalanas", subrayó Susanna.

Después de que la retrospectiva pasara por la Tate Modern de Londres y la Fundació Joan Miró de Barcelona, la muestra de Washington acentúa más la faceta combativa de Miró, además de crear una nueva presentación formal.

Por las dificultades de transportar los grandes lienzos al otro lado del Atlántico, hay unas cincuenta obras menos, pero también hay piezas no vistas en Europa, ya que la serie de las "Constelaciones"cuenta con creaciones procedentes de colecciones privadas americanas que no pudieron viajar a Londres ni a Barcelona.

"Otra gran diferencia respecto a las anteriores es que cada museo es diferente y lo que intentamos aquí es narrar una historia muy clara, muy lineal sobre su trayectoria, sus viajes y su vida", especialmente para dar más contexto a un público a veces ajeno a los convulsos años treinta y cuarenta en Europa, destacó el comisario.

Al entrar, la muestra pregunta al espectador estadounidense qué sabe de Miró, qué conoce más allá "de sus formas coloridas en rojo, azul y negro, sin gravedad". "Francamente, el público estadounidense no sabe mucho de Miró", admitió el comisario, que cree que el conocimiento de los amantes del arte en EE.UU. se reduce a su obra de los cuarenta, más surrealista.

Por ello Cooper explica que la muestra ha cuidado especialmente los textos que acompañan las 120 obras para que el visitante no pierda detalle de las raíces culturales del artista y de la oscura historia europea que avanzó paralela a la producción de Joan Miró.

La obra que da la bienvenida es "La granja", que concentra "los innumerables hilos que tejen su obra", según cuenta Susanna, y cierra la muestra "Cabeza", "el ojo del artista capaz de perforar la oscuridad de su tiempo", aunque no es de extrañar tampoco la aparición del entorno rural y de genuinos símbolos catalanes como la barretina.

Otra prueba del afán divulgativo es un documental, con un año de trabajo a sus espaldas, que incluye imágenes inéditas en Estados Unidos, que se rodó en Barcelona, Mallorca, París y su pueblo natal, Mont-roig del Camp (Tarragona), y que ofrece una "visión global de la historia del momento", apuntó uno de los responsables del audiovisual, Félix Monguilot.

Se le sumarán visitas guiadas cada viernes en español, varias actividades vinculadas con Cataluña que se irán programando hasta agosto y una creación del mediático cocinero español José Andrés.

El cocinero es responsable de adaptar, en paralelo a "Joan Miró: la escalera de la fuga", la carta de un restaurante de la National Gallery, que será renombrado como Garden Café Catalonia, con platos como la escalivada catalana y la sopa fría de cerezas.

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