San Sebastián

Pasarela volante sobre el mar de San Sebastián

Los viandantes están conquistando la capital guipuzcoana. La recuperación de playas y parques, el centro deportivo de La Concha o el camino peatonal de Monpas son algunos de los proyectos de esta urbe que lleva el mar y la montaña cosidos en el alma 

Pasarela volante sobre el mar de San Sebastián
Pasarela volante sobre el mar de San Sebastiánlarazon

Desde hace casi seis décadas los pasos de los actores sobre la alfombra roja del festival de cine marcan las últimas horas del verano en San Sebastián. Año tras año testifican el devenir del progreso en la urbe, mientras miles de ojos curiosos dan fe del camino recorrido. Más allá del tapete, el festival esconde el carácter de Donostia como ciudad coqueta, irremediablemente atraída por el deseo de provocar miradas. No en balde se sigue «poniendo guapa» para que en 2016 pueda ser la nueva Capital Europea de la Cultura, aunque los competidores son muchos y dignos adversarios.
Sólo este verano se han retirado de la bahía de San Sebastián más de 350.000 kilos de residuos esparcidos en unos dos kilómetros. Trabajo que ha llevado a cabo FCC, empresa encargada de la limpieza y recogida de basuras desde hace 35 años, así como del abastecimiento y tratamiento del agua desde hace casi una década. Alberto Rodríguez Bardón, concejal delegado de Servicios Urbanos, afirma que las «actividades de medio ambiente y limpieza son las que más empleo generan en verano», algo que no es poca cosa en los tiempos que corren.

Deporte en la concha
Uno de los primeros movimientos ha sido presentar su candidatura a Ciudad de la Ciencia e Innovación 2010. Una distinción del Ministerio de Ciencia e Innovación que colocará a la próxima galardonada (el fallo se sabrá antes de final de año) en la Red Innpulso, lo que supone una «consideración preferente para la ubicación de instalaciones científicas y tecnológicas estatales», según el BOE. Aunque parezca que se aleja un poco del objetivo europeo, cualquier distinción puede dar impulso a los planes para 2016. El parque tecnológico de Miramón, el Iomed o Inbiomed son una realidad para la capital guipuzcoana, que está apostando fuerte por el turismo congresual y por este tipo de desarrollo como alternativa al sector industrial.


Sin embargo, el proyecto de la ciudad se supera, aun si cabe, con pretensiones medioambientales y sociales. Las obras del Centro de Deporte Adaptado de La Concha arrancaron finalmente en septiembre de este año y están dando forma a lo que se convertirá previsiblemente en 2011 en un centro de más de 2.000 m2 de superficie con piscinas, gimnasios y áreas de bienestar adaptados a personas con algún tipo de discapacidad y con salida a la playa de La Concha. El aparcamiento de la zona ganará una nueva altura y la tierra excavada se está aprovechando para aportar arena a las playas del litoral guipuzcoano. «Se han aportado 20.000 m3 de tierra de la misma calidad a Ondarreta», explica Rodríguez.
En 2008 y con consideración quinquenal, el Consistorio editó el Primer Plan Local de Lucha Contra el Cambio Climático. Un manual de acción o proyectos más o menos viables que asentaba sus bases sobre mediciones ambientales y estadísticas oficiales. Según este documento, el 66 por ciento del suelo está clasificado como no urbanizable, «nuestro cómputo urbano alcanza los 66.000 árboles», detalla Rodríguez. El monte Igueldo, el Urgull y el Ulía, los jardines de Alderdi Eder, los del Palacio de Miramar, el Cristina Enea o el parque de Aiete (donde se ha proyectado un espacio para la cultura y la tolerancia, la nueva Casa de la Paz) son sólo alguna de las abundantes manchas verdes que decoran el perfil de Donostia. La recuperación del parque de Armetzagaña, con sus 3.600 árboles nuevos, que se extienden por 39 hectáreas entre los barrios de Intxaurrondo, Loiola y Martunete, les ha valido el tercer premio en la categoría de ciudades con más de 30.000 habitantes de la primera edición de los galardones «LIFE + Capitales Europeas de la Biodiversidad» otorgados por la Fundación Biodiversidad.

Paseo en «suspensión»
Una de las ideas que parece que verá la luz en 2011, es la pasarela peatonal de Monpas. Con un presupuesto de algo más de nueve millones de euros, el Ministerio de Medio Ambiente ha dado su visto bueno y ha adjudicado las obras que, probablemente se llevarán bajo las directrices del proyecto de diseño de Fernando Ruiz Lacasa, arquitecto, y Javier Errea Argaiz, ingeniero.
Esta nueva travesía, «la culminación de un sueño», en palabras del alcalde Odón Elorza, quiere ser otro punto turístico y de descanso comparable al Peine de los Vientos. Hasta la punta de Monpas quedaría suspendido este camino peatonal de 850 metros de largo, flotando a una altura de unos 16 metros sobre el mar y sustentado a la roca por anclajes de acero. La estructura sufrirá alguna modificación en la construcción, como la inclusión de urinarios y un merendero y, a pesar de los siete años que han pasado desde que se convocó el concurso de ideas, parece que San Sebastián completará sus siete kilómetros de litoral con este paseo sobre los acantilados de Ulía. Discurrirá paralelo al monte, en una superficie de láminas de madera de unos cinco metros de ancho y estará separado de éste por unos ocho metros. «Queríamos hacer un proyecto que respetara el medio ambiente, que no luchara contra la naturaleza, sino que se alineara con ella», explican sus autores. La imagen de contemplar el atardecer sobre el mar se ha visto ensombrecida por la duda de si la pasarela podría dañar o no la ladera de la montaña y si la bravura del mar no podría ser un problema para la erosión e incluso la impracticabilidad de la estructura. Sin embargo, sus autores aseguran que este tipo de soluciones tan normales en otras partes del mundo, incluso en parajes naturales protegidos, no supone un menoscabo para la fauna y la flora de la zona. Como tampoco lo es para la seguridad de nadie.


El Plan de Movilidad Sostenible sobresale por dos detalles sólo imaginables en una ciudad con esta topografía y un alma que lleva cosida el mar y el monte a partes iguales. Lo primero es aumentar la red de carril bici o «bidegorris», que cuenta ya con 30 kilómetros a disposición de la ciudadanía y ayudar al transporte vertical de los vecinos de las zonas más altas con la instalación de ascensores y escaleras mecánicas. Sólo en los últimos meses ha supuesto conectar el futuro barrio de Aldunaene con la Universidad de Deusto y el Parque Cristina Enea a través del ascensor de Mundaiz y las zonas de Bidebieta y Trituxerpe por el elevador de Azkuene. Sin olvidar que en esta ciudad el comer es un arte comparable al cine y que la mejor forma de degustar los sabores de esta tierra y las abundantes estrellas Michelin es pasear por las calles peatonales de su casco viejo. Ayudar al turismo sin contaminar es una combinación que en esta zona despierta el apetito y que no excluye a ningún viandante con o sin problemas de movilidad.