Estrasburgo
Otegi sigue las órdenes de ETA y se declara en huelga de hambre
Los presos preparan un comunicado, que podrían dar a conocer hoy, en el que se ataca el inmovilismo del Gobierno por no ceder al chantaje etarra. La banda exige a todos los reclusos que secunden la protesta para presionar al Ejecutivo y desbloquear el «proceso»
La orden de ETA para que sus presos se pongan en huelga de hambre, por un tema «menor», como la exigencia de puesta en libertad de un recluso enfermo y hospitalizado (que no hicieron cuando Ignacio de Juana Chaos estuvo en una situación parecida), es una demostración de quién manda en el «complejo» formado por la banda y su entramado. Fuentes antiterroristas, consultadas por LA RAZÓN, subrayan que la preeminencia de los cabecillas etarras es tal que hasta internos pertenecientes al sector «posibilista», como Arnaldo Otegi, que propiciaron el «proceso» pactado con nacionalistas y socialistas durante la anterior legislatura, no han tenido más remedio que obedecer.
Según informó ayer Etxerat, que se ocupa de los presos de la banda, unos 230 miembros del «colectivo» se han sumado a la huelga de hambre en cárceles de España y Francia, aunque la cifra podría crecer porque, según lo que ocurre dentro de ETA y su entramado, son pocos los que se atreven a discrepar. El colectivo de reclusos (EPPK, por sus siglas en euskera) podría hacer público hoy un comunicado en el que anuncie que todos sus miembros se han sumado.
La «dirección» ha lanzado esta orden, dentro de su estrategia para demostrar que hay que dar una respuesta a la «paralización» del citado «proceso». En cualquier caso, según las citadas fuentes, todo ocurre cuando los cabecillas debaten qué pasos van a seguir las próximas semanas, que podrían consistir en una «demostración de fuerza» y, a partir de septiembre, en el reforzamiento de la presión internacional.
La falta de resultados y avances en el «proceso», por más que un editorial publicado en «Gara» el 15 de julio tratara de convencer a los incrédulos (cada vez más numerosos) de que las cosas, aunque no vayan bien, «avanzan», ha provocado en la banda y su entramado la necesidad de dar una respuesta «adecuada» a la situación y presionar al Gobierno para que cambie de actitud. El editorial publicado ayer por el mismo diario va en el mismo sentido. Trata de cargar las culpas sobre el Gobierno, que se limita a cumplir la Ley, y parece una súplica para que ceda y pongan en libertad a Uribetxeberria y a los otros reclusos supuestamente enfermos, y el «proceso» continúe (hacia la independencia del País Vasco con la anexión de Navarra) por donde pretenden Otegi y los que ya pisan «moqueta» gracias a la legalización de Bildu, Sortu y Amaiur.
Ni estas legalizaciones, que se daban por descontadas en el «haber del proceso», ni la sentencia de Estrasburgo sobre la «Doctrina Parot», han llevado la tranquilidad a los que, cada día, se hacen con el férreo control del entramado etarra. La participación en las elecciones vascas (se legalizase o no Sortu) estaba garantizada, y la sentencia del Tribunal Europeo no ha tenido, a efectos inmediatos, ningún resultado: Inés del Río Prada, que con su recurso provocó la resolución, y Antonio Troitiño, preso en Inglaterra, siguen en sus celdas.
El análisis que hace la «dirección» de ETA, según las citadas fuentes, que controla sin problemas un «bloque operativo», formado por entre 40 y 70 individuos, y, lo que es más importante, a la mayoría de los presos, es que la fase de los comunicados, los dos últimos en tono de ultimátum y amenazadores, ha pasado. Se debería realizar una «acción» que suponga una «demostración de fuerza» sin que ello suponga la ruptura del supuesto «cese definitivo de actividades», anunciado en octubre del año pasado. La huelga de hambre pretende convertirse, según sus planes, en el terreno abonado para que esa «acción» sea entendida y asumida por la mayoría de la militancia (los pistoleros y los de las organizaciones del entramado). Los «posibilistas» no tendrían más remedio que callar y asumir la nueva estrategia. Pensar, según las citadas fuentes, que las protestas que se suceden, dentro y fuera de las cárceles, son un asunto aislado, que se pueda situar fuera de lo que es la estrategia general de los terroristas, podría llevar a errores de cálculo de consecuencias imprevisibles. A ETA, la vida, o la muerte, de Uribetxeberria le importa en tanto en cuanto le beneficie. Su puesta en libertad sería un éxito para ellos; pero no les basta.
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