Enfermedades
Atrapadas por la «operación bikini» a los nueve años
Cada vez más jóvenes y cada vez más vulnerables. Es el retrato de las nuevas víctimas de la «operación bikini»: preadolescentes, incluso niñas, que caen en el infierno de la anorexia presionadas por una imagen distorsionada de sí mismas, de un cuerpo inmaduro que pretende reflejar el modelo de una mujer irreal.
«Tenemos niñas de nueve años», asegura la psicóloga clínica Montse Gómez. Gómez dirige el Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona (ITA), que ha detectado un significativo aumento de los ingresos hospitalarios y un 25-30 por ciento más de casos este verano. «El abanico de edades se ha ampliado tanto por arriba como por abajo, sobre todo por abajo», explica. Precocidad socialLa edad media de la paciente con problemas de la alimentación se sitúa entre los 15 y los 20 años. «Ahora vienen muchas preadolescentes de 12 o 13 años». La presión social que sufren se convierte en una «precocidad social» por alcanzar la pubertad que «hace que también obsesione la estética a niñas que comparan su cuerpo con un ideal de mujer cada vez más delgado», añade Gómez.Su tratamiento no es fácil. «Detrás de cada caso hay un conflicto personal, una severa falta de autoestima, una enorme insatisfacción». A la fragilidad de unas mentes incapaces de ver la realidad frente al espejo –«muchas se ven gordas aunque no lo estén»– se une la vulnerabilidad de una fase, la adolescencia, en la que las jóvenes son más influenciables por el bombardeo constante de los medios de comunicación, por la presión social, la del grupo de amigas, hasta de la familia. Control y poder«Tienen miedo a madurar, sufren inestabilidad emocional y no toleran la frustración». Su baja autoestima física se convierte en psicológica, y la única manera de dominarla es a través de la comida. «La dieta se convierte en su forma de controlar la situación y, aunque son conscientes de su enfermedad, se sienten con el poder de regular su peso, de dominar a su familia, un poder contra el que es difícil luchar», detalla Montse Gómez. Una fase, la de la adolescente que sufre por primera vez el trastorno, que los expertos llaman «luna de miel» y que es la más complicada de tratar y de superar. Pero no la única. «Nos llegan también casos avanzados, rebotados de otros tratamientos sin éxito, porque esta enfermedad es recurrente, y esta época es la peor», señala la psicóloga. En efecto, a pesar de haber experimentado ya el trance en sus propias carnes, las antiguas pacientes de anorexia o bulimia tienen más papeletas para recaer. Una de cada tres lo hace. «Ver expuesto su propio cuerpo despierta ansiedades y temores que parecían controlados».Personalidad débil y presión social, un cóctel peligroso«Es normal que las chicas se pongan a dieta en verano, pero para sufrir un trastorno tiene que haber una predisposición mental y una presión social», asegura Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid). «Suelen ser chicas con una personalidad débil y a la vez perfeccionista, de un nivel intelectual alto, que no pueden con la presión de verse desnudas, aunque no les sobre ni un gramo de grasa». Monereo ha detectado igualmente casos en edades muy tempranas, aunque tiene pacientes recurrentes de 40 e incluso 50 años. También cada vez más chicos presentan problemas de alimentación, «sobre todo los que caen en la vigorexia, que comen sólo proteínas para desarrollar músculo». La endocrinóloga achaca esta «epidemia» «a la confusión que genera que se valore la delgadez como un signo de distinción social».
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