Moscú

Los Sputniks que robó la URSS

El mundo se estremeció en 1967 al saber que los comunistas podían poner en órbita un satélite artificial. Los diseñadores no eran soviéticos

Los Sputniks que robó la URSS
Los Sputniks que robó la URSSlarazon

A primeras horas del 11 de abril de 1945, la 3 división blindada de los Estados Unidos llegó a Nordhausen, en el camino hacia el Elba. A unos seis kilómetros, aparecieron inesperadamente algunos antiguos internos de los campos nazis que dijeron a los soldados norteamericanos que cerca de allí los alemanes habían logrado crear «algo fantástico». En la siguiente localidad, Niedersachswerfen, los norteamericanos dieron con unas fábricas situadas en túneles donde se habían construido las legendarias V-2. Sin embargo, aquella zona era soviética y hubo que entregarles todo el material, que era impresionante. De haber contado con materiales adecuados, los nazis habrían podido construir aeronaves que alcanzaran una altura de cinco mil kilómetros y giraran alrededor de la Tierra a veintiséis mil kilómetros por hora.

El oficial soviético encargado de la misión fue el teniente coronel Vladimir Shabinsky, que se hizo con más de mil máquinas-herramientas para la fabricación de cohetes.
Durante las semanas siguientes, valiéndose de los fotocalcos en azul, los soviéticos fueron averiguando los nombres de los científicos, los colaboradores y las empresas suministradoras de aquel gigantesco proyecto militar. Algunos científicos alemanes como Werner von Braun y ciento treinta de sus colaboradores lograron quedarse con los norteamericanos, pero un número considerable de sus colegas decidió encaminarse hacia la zona de ocupación soviética para reunirse con sus familias. Entre ellos se encontraba Helmut Gröttrup, que desde 1939 había trabajado en cohetes de largo alcance. Los soviéticos no tardaron en detenerlo a él y a su esposa y en presionarlo para que aceptara colaborar. Gröttrup acabó doblegándose.

En unos meses, Gröttrup contaba con cinco mil personas a su mando y estaba trabajando en las mismas condiciones que antes de la derrota del III Reich. Sin embargo, en octubre de 1946, los soviéticos desmontaron todo y deportaron al personal a la URSS. Junto a Gröttrup marchaban no menos de doscientos especialistas de primera línea. Las autoridades soviéticas los distribuirían en centros diversos ubicados en Nitishi, Kimri, Zagorsk, Podberesie, Sobrino y Obiralovka. Los equipos más numerosos se localizaron en la isla de Gorodomlia, en un lago situado al norte de Moscú, donde fue asentado Gröttrup y en Monino, cerca de la misma ciudad.

El programa R
El programa R., impulsado por los soviéticos, pero desarrollado por científicos alemanes, resultó un verdadero éxito. En 1950, la URSS poseía ya el primer supercohete del mundo con una capacidad de vuelo de tres mil kilómetros. Cuando, finalmente, llegaron a Occidente las noticias de lo que estaba sucediendo, Estados Unidos no contaba con un programa – ni unos logros – paralelo. Todavía en 1958 los Explorers y los Vanguards norteamericanos eran inferiores a los Sputniks.

En 1959 Leonid Sedov, jefe de la comisión aeronáutica de las academia de ciencias de la URSS, se permitió burlarse del Explorer I ante un grupo de ingenieros norteamericanos indicando que ellos no fabricaban «cáscaras vacías». En honor a la verdad, también podía haber dicho que no eran ellos los que habían fabricado los cohetes intercontinentales y los satélites. Su diseño se debía a científicos alemanes.