Galicia
«La exclusión surge antes de marcharnos»
José Manuel Lestón dejó el País Vasco en 1997 «por no vivir en un lugar hostil»
MADRID- «Somos exiliados exteriores, pero antes vivimos una vida de exiliados interiores. La exclusión surge antes de marcharnos». Quien habla es José Manuel Lestón, hijo de un inspector jefe de Policía Nacional destinado en Irún al que la presión, las amenazas y los intentos de asesinato obligaron a abandonar su tierra para irse a Galicia en 1997. Recuerda con tristeza cómo ese miedo le ha convertido en una víctima, una víctima que tuvo que huir «por no compartir una ideología totalitaria, por no querer que me maten y no querer vivir en un lugar hostil».
Reconoce que los comienzos en otro lugar fueron duros, entre otros motivos por el hecho de ser vascos: «Notábamos cómo nos miraban con cierto recelo al ver la matrícula de nuestro coche, de San Sebastián», y, también, la coletilla de «éste es vasco, a ver por dónde va...». Ahora, varios años después, «vivo muy tranquilo, no me siento perseguido, pero piensas que te has ido de tu tierra», asegura.
Pese a «perder amistades, vivencias o el apego a tu tierra», parece que ha asimilado su situación, pero reclama, además de poder votar en las elecciones vascas, que las víctimas «unan sus fuerzas, sin personalismos ni presiones políticas» para lograr la paz y la libertad duradera. Y real. Aunque no se muestra muy confiado en que llegue a cumplirse.
En lo que se refiere a las elecciones, asegura con cierto malestar que «los exiliados tenemos que pagar con la renuncia de no poder votar desde nuestras residencias actuales». «La guerra de las pistolas ha hecho que el censo electoral de no nacionalistas en el País Vasco se reduzca», asegura, y, ante el escenario que se avecina, con «esta falsa paz negociada, qué menos que nos dejen votar».
Sobre las víctimas y las asociaciones cívicas, Lestón aplaude su labor, aunque sí que reclama «más unidad» y «sumar fuerzas para, juntas, tener una hoja de ruta de las víctimas, porque ahora la hoja de ruta que hay es la de los verdugos». Todo, con un fin que tiene bastante claro: «Una conferencia de paz organizada por las víctimas», pero «independiente, que no sea apoyada por cualquier político de forma interesada».
Porque la paz que tratan de vender tras el anuncio de ETA no se la cree. «La opresión va a seguir siendo la misma, desgraciadamente. Bildu sigue ejerciendo presión», al tiempo que añade que esta «supuesta paz no aborta la idea del nacionalismo del gudari (soldado vasco)». «Las víctimas, lo que pedimos, es la entrega de las armas, que pidan perdón y que erradiquen de su seno cualquier tipo de acción excluyente. Y que cumplan las penas».
Mientras habla, su voz se llena de cierta ira, sobre todo al pensar que muchos de los etarras excarcelados por reducción de condenas «van a poder pasear tranquilos por mi tierra y yo voy a seguir oprimido. Eso es lo verdaderamente triste».
Homenaje a Uría, con Bildu a medias
Varios cientos de personas, entre familiares y amigos de Ignacio Uría y representantes políticos de PSE, PNV, PP, EA y Aralar, se concentraron ayer en Azpeitia (Guipúzcoa) para homenajear a este empresario guipuzcoano, asesinado a tiros por ETA hace tres años. En representación de Bildu tan sólo acudió Peio Urizar, secretario general de EA, que al término del homenaje se refirió a la ausencia del núcleo duro de su formación. «Nuestra voluntad va a ser ir avanzando posiciones y que el año que viene la representación institucional sea completa», afirmó Urizar. La concentración se desarrolló durante quince minutos, sin ningún lema, frente al monolito levantado en memoria del asesinado.
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