Andalucía
Tacita a tacita por Cristina L Schlichting
Es la puñalada final. El calvario económico de los centros concertados en Andalucía no es nuevo. Tiene detrás la crisis, es verdad, pero también a la Junta. Hay que recordar que Andalucía, excepto un breve período de la Unión de Centro Democrático, que ganó las elecciones de 1979, siempre ha estado gobernada por el Partido Socialista. Durante treinta años seguidos. Y el PSOE ha sido contrario al modelo concertado. El esfuerzo realizado en la transición para encontrar un encaje institucional a la numerosísima enseñanza de carácter social pero de titularidad privada –en su mayor parte de órdenes religiosas- en España, nunca gustó a la izquierda, que prefería la enseñanza estatal y obligatoria. Pero la realidad era la realidad y, ni en los 70 ni en los 80, los socialistas estuvieron en condiciones de sustituir a la magnífica fuerza de trabajo que las fundaciones católicas habían puesto al servicio de toda la sociedad española. Ha sido gota a gota, tacita a tacita de dinero público, que se han ido construyendo centros estatales incluso donde no había demanda y negando la construcción de nuevas aulas a los centros concertados que tantas solicitudes tenían. Particularmente en Andalucía y Asturias, se ha ido doblegando a amplios sectores de padres y alumnos, arguyendo que no había plazas disponibles más que en los colegios públicos. Año a año, los padres han relatado el calvario de la matriculación, donde cualquier truco era válido para entrar en las ratios de los centros concertados y saltarse la persecución del Estado. Inútil. El cerco ha sido cada vez más estrecho y, si ahora queda poco dinero, bien pueden ser concientes los concertados que no han cerrado de que no van a ser ellos los destinatarios de las migajas. Hay muchos paniaguados antes que ellos.
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