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Tokio

Enterrar la central última opción

«No es imposible cubrir los reactores con hormigón», afirma Tepco, pero la prioridad sigue siendo enfriarlos

Imagen de satélite de la central nuclear de Fukushima
Imagen de satélite de la central nuclear de Fukushimalarazon

La situación en los cuatro reactores dañados de la central de Fukushima Daiichi sigue siendo «muy grave» y las fugas radiactivas continúan elevándose a la atmósfera, aunque siguen sin niveles alarmantes más allá del perímetro de seguridad. La emergencia, insisten los expertos, se mantiene estable, en el sentido de que no hay síntomas de mejora, pero tampoco de empeoramiento.

Los ingenieros mantuvieron su lucha ayer en dos frentes: la reconexión de la planta con la corriente mediante una línea de transmisión externa por lo que hoy estaría lista para el suministro de electricidad en el reactor 2. Y por otro lado, limitar el sobrecalentamiento con el vertido de enormes cantidades de agua lanzada desde helicópteros, vehículos militares y de bomberos. En el horizonte permanece el peor de los escenarios: una fusión generalizada que provocaría emisiones catastróficas de radiación.

Aunque se consiga devolver la corriente eléctrica al sistema, los técnicos temen que las bombas de agua que refrigeran el combustible no funcionen correctamente, ya que se desconoce si fueron dañadas durante el terremoto y el tsunami. Si esto ocurre se podría recurrir a una alternativa desesperada, que fue planteada por primera vez ayer: enterrar la planta bajo un «cofre» de arena y hormigón, el mismo método que se utilizó para sellar las filtraciones de Chernóbil. «No es imposible cubrir los reactores usando hormigón. Pero nuestra prioridad en este momento es tratar de enfriarlos», matizó un funcionario del operador de la planta, Tepco, sin especificar cómo podría llevarse a cabo tan titánica labor. En el reactor ucraniano esta labor fue realizada por los llamados «liquidadores». Este grupo de héroes formó parte del ejército de entre 600.000 y 800.000 bomberos, obreros y voluntarios que trabajaron sin equipos protectores durante un tiempo prolongado. Decenas de miles murieron o quedaron afectados de por vida, al absorber grandes cantidades de radiación. Mientras tanto, el Gobierno japonés hizo ayer examen de conciencia y admitió los errores cometidos al afrontar la inaudita catástrofe. Las autoridades niponas han tardado una semana en reconocer que sus planes de emergencia no funcionaron con la rapidez necesaria, que no se informó de manera inmediata a la población, que se podría haber hecho más desde un primer momento y que, en definitiva, habían sido «superados» por los acontecimientos. «La escala sin precedentes (del desastre) es algo que, honestamente, no habíamos anticipado», reconoció el portavoz del Gobierno.

Después de la confesión, Tokio realizó un acto de contrición, aceptando la ayuda de Estados Unidos para estabilizar los reactores (algo que había rechazado hace una semana) y reclasificando la gravedad del accidente de cuatro a cinco puntos en la escala internacional de siete. Según este baremo, un incidente de nivel 4 es de consecuencias locales o «sin riesgo fuera del emplazamiento», mientras que un caso de nivel 5 admite consecuencias más amplias o «con riesgo fuera del emplazamiento».

Aunque el anuncio generó cierta alarma al principio, expertos consultados por LA RAZÓN explicaban que hace días que resulta obvio que no se trata de una amenaza sólo local. Para empezar, porque los niveles de radiación son altos dentro del perímetro de seguridad de 30 kilómetros, y porque la fusión parcial del núcleo es una realidad. Sea como sea, Fukushima se ha convertido ya en la segunda fuga nuclear más grave de la historia tras la de Chernóbil (1986). Ayer, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) pidió más información al Gobierno y aseguró que en Fukushima se libra «una carrera contrareloj».

El primer ministro, Naoto Kan, reconoció que la planta aún enfrenta enormes dificultades. «Estamos en una situación de crisis que pone a prueba a nuestro pueblo. Japón se rehizo milagrosamente después de la guerra. Con el esfuerzo de todos, vamos a reconstruir el país una vez más», declaró Kan mientras en varias zonas del país se guardaba un minuto de silencio por las víctimas.


Un avión con españoles llega a Madrid este lunes
El Gobierno fletará un avión de 450 plazas, que saldrá en las próximas horas rumbo a Tokio, donde repatriará, en principio, a 300 españoles que lo han solicitado. La aeronave despegará este domingo de Japón y llegará a Madrid el lunes. De esta manera, el Gobierno sigue la senda iniciada por otros Estados miembros de fletar aeronaves para recoger en Japón a sus compatriotas, atrapados en el país nipón ante las dificultades existentes para conseguir un pasaje de avión de regreso a sus países de origen. Además, el Consejo de Ministros aprobó ayer un acuerdo por el que se declara urgente la tramitación en el Senado de la ley de medidas para la protección de infraestructuras críticas.