Elena Tablada se sentía postergada por Bisbal por Jesús MARIÑAS

Era la crónica de un fracaso. Elenita no dejaba de quejarse del despego y falta de detalles del ricitos almeriense. Incluso sacan punta, y bastante afilada, al hecho de que anunciasen su distanciamiento coincidiendo con el principio de la gira española de Bisbal. «La verdad es que Elenita vivía como desemparejada, absolutamente desmadrada», me cuentan en su círculo quienes como María José Suárez y Raquel Rodríguez compartieron con ella la clausura del Festival de Cine de Ibiza, organizado por su prima Vanessa.

Elenita apareció excesivamente eufórica en la reinauguración de El divino, transformado en El lío, por el instinto de Ricardo Urgel. Precisaba tal desfogue que tenía asombrado al personal circundante que no dejaba de prevenirla: «Que no estás soltera, Elena, compórtate y cálmate», le recomendaban, pero como si no fuese con ella. Ahora, incluso la enredan con su primo Jorge, hijo de Vivian Tablada y Rafa Lozano, ocupando la portada del «QMD», o con su viejo amigo Fernando Nicolás, con el que mantuvo un romance hace diez años. Fernando es propietario de la disco Musee de Alberto Alcocer, y no están enredados.

Bisbal cantó en el Casino de Torrelodones y la tarde del concierto vio a Elena en el piso matrimonial de una unión no bendecida, pero sí oficial y con descendencia. Afirman que fue un encuentro tirante, fijador de condiciones y futuro asegurador. «David se avino a que el piso sea para su hija», aseguran al tiempo que otros cuestionan el posible poderío económico de los Tablada, cuyo patriarca introdujo en España el bótox, sólo hay que ver a esa parentela casi clónica, donde Vivian fue una Lady Europa que marcó época compitiendo con Carmen Cervera, Marta Chávarri o la infatigable Duquesa de Alba, que en septiembre podría dar el golpe de estado matrimonial. O tal vaticinan quienes la conocen bien y la saben imprevisible.

Elenita cuenta con más detractores de lo que imaginó en su época dorada «miamera», compartiendo salidas con Raquel y Alejandro Sanz. «Estaba harta de los condicionamientos de David. Vivía en una cárcel de oro, siempre oyendo lo de "¡no salgas!", o "¡deja de fumar!", además de sentirse marginada en la vida social del cantante, que no la llevaba a grandes eventos como los Grammi o los Emi, y ella es muy de alterne», resumen. Lo más sensato fue no irse a Marbella con María José Suárez y Raquel Rodríguez, que, como su abogada, le recomendaron no moverse de Madrid. «Nada de abandonar el piso conyugal con la que está cayendo». Pues sólo está empezando. Tenemos culebrón en puertas. Qué bulería.