Bruselas
El apocalipsis que no quiere Merkel
La canciller alemana buscará el apoyo de Hollande para impulsar la unión política previa a la económica ante la gravedad de la crisis
MADRID- Angela Merkel tiene un plan para Europa. Un plan metódico y de gran calado que, si logra ejecutar hasta sus últimos términos, cambiará de arriba abajo la faz de la UE. El proyecto, en el que también trabajan el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy; el de la Comisión, José Manuel Durão Barroso; y el del BCE, Mario Draghi, pasa por lograr en primer término la integración política de la eurozona, con una importante cesión de soberanía de los estados incluida, como paso previo para una posterior integración económica con un sistema bancario y fiscal comunes.
Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas germano, lo explicó la semana pasada con meridiana claridad en una entrevista en «Der Spiegel». «Hasta ahora, los países miembros de la UE tenían casi siempre la última palabra. Eso no puede seguir así. Debemos ceder a Bruselas más competencias en áreas políticas importantes, sin que los estados nacionales puedan bloquear las decisiones», explicó. En síntesis, más Europa, algo que viene reclamando el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, casi desde el mismo día en que tomó posesión del cargo para superar de una vez por todas la crisis de deuda que atenaza la economía europea. Lo que Alemania quiere es una Europa con una estructura propia cuyas decisiones prevalezcan por encima de las nacionales, para lo que, como avanzó el periódico germano «Die Welt», quiere fortalecer el Parlamento Europeo, la Comisión y el Tribunal de Justicia.
Lograda la integración política, llegaría la económica, que requeriría de una condición previa innegociable: un Ministerio de Finanzas europeo encargado de supervisar las finanzas de cada estado. Entonces, sólo entonces, con las cuentas bien supervisadas, se podría avanzar en la unión bancaria y en la creación de los eurobonos, en la mutualización de la deuda.
Angela Merkel, canciller germana, se presentará con este plan debajo del brazo en la reunión que mantendrá el miércoles con su homólogo francés, François Hollande. A nadie se le escapa que Merkel necesita el apoyo galo para seguir adelante con su proyecto, sobre todo en un momento en que la canciller es blanco de duros ataques por la forma en que está gestionando la crisis de la eurozona. Su austeridad a ultranza no ha enderezado el rumbo económico de Europa y los problemas de los países más débiles están empezando a pasar factura, aunque todavía sea de forma tímida, a la locomotora germana. Consciente de ello, la dirigente alemana ha empezado a cambiar de discurso no sólo con palabras, sino con hechos. Su apoyo el pasado viernes al plan de crecimiento de 130.000 millones para la UE propuesto por Hollande así lo atestigua. La propuesta será discutida en la decisiva cumbre de jefes de Estado del jueves y el viernes, en la que Merkel podría avanzar también su plan para el futuro de Europa. Un futuro que se antoja cada vez más cercano porque la situación apremia. «Hace algunos meses hubiese dicho [sobre el plan de Merkel]: ¿en cinco años? ¡En la vida! Pero ahora ya no estoy tan seguro. El plan podría llegar antes de lo que yo mismo pensaba hace meses», advertía Schäuble.
El PIB alemán caería un 10% si se rompe el euro
Podría pensarse que Alemania es inmune a todo. Que la ruptura del euro le causaría daños menores. Una cuestión liviana de chapa y pintura que no afectaría al motor. Nada más lejos de la realidad. Europa necesita a Alemania tanto como Alemania necesita a Europa. Y una implosión del euro dejaría muy tocada su economía. El súbito empobrecimiento de muchos países al que conduciría la ruptura de la moneda única golpearía de lleno al sector exportador germano, que tiene en sus socios comunitarios su principal mercado, con nefastos efectos. Según un informe que maneja el Ministerio de Finanzas alemán publicado ayer por la revista «Der Spiegel», la caída del euro provocaría una profunda depresión de la economía de Alemania, cuyo PIB caería un 10% en el primer año de la vuelta del marco. Además, los precios cederían un 1% y la tasa de paro se duplicaría hasta casi el 10%, con cinco millones de parados. Pero si malo es el escenario para Alemania, peor es para España. El informe asegura que el desempleo escalaría hasta el 26,7%, el PIB se hundiría un 11% y los precios se dispararían un 13%.
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