Bruselas
Qué tal si nos centramos
No es ésta la hora para frivolidades y luchas de poder. Para unos, el poder seguir con su nivel de vida cuando las urnas les manden para casa, como ha ocurrido ya en varias autonomías y un sinfín de ayuntamientos. Para otros, situarse en una buena posición para ver si pillan cacho con la nueva situación que se vislumbra. Resulta especialmente escandaloso ver cómo algunos altos cargos del PSOE están siendo recolocados en organismos internacionales ahora que aún Zapatero tiene algo de influencia. En la otra orilla de nuestra vida política, bajo las aguas tranquilas de la superficie, se escuchan muchas voces con aquello tan español de qué hay de lo mío. La vieja guardia que apoya a Rubalcaba manda recados al palacio de La Moncloa con unas exigencias y un lenguaje tan descarnado que nos ha dejado a todos atónitos, aunque ya había lanzado su primer aviso Felipe González cuando, hace unos días, aseguró en público que él es militante del PSOE pero no simpatizante. A nadie se le escapa la relación más que estrecha entre el grupo de comunicación que ahora pide lo que los demás llevan pidiendo desde hace meses y el ex presidente del Gobierno y su delfín, que al final ha sacado la cabeza del agua con 15 años de retraso. Porque Rubalcaba es el heredero de Felipe González, no de Zapatero, para quienes quieren darle la vuelta a unas encuestas que advierten, día tras día, que se acerca un nuevo tsunami que amenaza con llevarse por delante lo que quedó en pié tras el terremoto del 22 de mayo. Lo que ocurre es que borrar esos 15 años, y sobre todos los seis últimos, no va a conseguirlo ni el Photoshop. Y mientras se desata la guerra interna propia de todas las bicefalias entre los socialistas, los números siguen sin salir y los riesgos de nuestra economía crecen por minutos, salvo que en la reunión de hoy en Bruselas alguien ponga un poco de sensatez y firmeza. Una vez más los intereses personales y electorales parecen primar sobre los de los ciudadanos de un país que encara el mes de agosto con el título de una película: «De repente, el último Verano». Al menos el último para muchas personas que siguen sin encontrar trabajo y ven como la caja de los ahorros se va vaciando. Si Rubalcaba tiene la fórmula para crear empleo, la de verdad y no ese brindis al sol del impuesto a los bancos, que exija elecciones ya, pero que lo haga él personalmente, sin intermediarios. Y si los ciudadanos deciden que su confianza la tienen ahora los populares, que les dejen gobernar y tomar las medidas que un Zapatero convertido en don Tancredo es incapaz de tomar. Así que, ¿qué tal si nos centramos todos en el trabajo que hay que hacer para sacar a España del agujero negro que amenaza con tragarnos a todos? Alguien tiene que hacer los deberes con urgencia porque ya es domingo por la tarde y el lunes por la mañana hay clase y van a sacarnos a la pizarra. No vaya a ser que terminemos de rodillas, con los brazos en cruz y mirando a la pared.
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