Brasil
De recogepelotas a presidente
BARCELONA- Antes de ser jugador y entrenador del Barcelona, Pep Guardiola fue recogepelotas durante su etapa en La Masía. Sandro Rosell también se pasó muchas tardes cazando balones para devolvérselos a sus ídolos, aunque ni vivió en La Masía, ni fue jugador ni técnico. Rosell, eso sí, será presidente a partir del 1 de julio. Un sueño infantil hecho realidad después del aplastante resultado cosechado ayer en las urnas.El nuevo presidente azulgrana iba para jugador, pero no tenía suficiente nivel. Él mismo lo reconoce. Su verticalidad en los terrenos de juego le valió el sobrenombre de «El Flecha», pero eso no le dio para entrar en las categorías inferiores del club y acabó jugando en una peña barcelonista. Sandro Rosell ha mantenido durante toda su vida una relación muy estrecha con el mundo del deporte, su mayor pasión. Primero como aficionado y más tarde, en el mundo de los negocios. «Procuro correr una hora al día. Las mejores decisiones las he tomado corriendo», explica. Y es que el fútbol ha dejado paso a sus largas carreras.Sandro Rosell fue uno de los máximos responsables de patrocinio durante los Juegos Olímpicos de Barcelona'92 y tomó contacto con el marketing deportivo, una especialidad que le consagraría profesionalmente. Una de las etapas más importantes de su carrera fue cuando fichó por la empresa de ropa deportiva Nike, en la que acabó como máximo responsable en Brasil, un cargo que le permitió hacer muchos contactos en el mundo del fútbol que después aprovecharía. El fichaje de Ronaldinho fue un buen ejemplo. Esa relación con el país suramericano le ha valido muchas críticas durante la campaña, pero Rosell siempre ha tenido buen olfato para los negocios.Sandro es también un hombre muy familiar. Estar alejado de su mujer e hijos ha sido la parte más dura de la campaña electoral. El sentimiento «culé» le viene desde muy pequeño. Su padre, Jaume, fue gerente durante la etapa de Agustí Montal hijo y le inculcó los valores del barcelonismo en una época muy distinta a la que vive ahora la entidad azulgrana. Una etapa en la que se ganó una Liga en 19 años. En 2003 decidió a unirse a un grupo de jóvenes barcelonistas que encabezaba Joan Laporta y que quería dar un giro radcial en la gestión del Barcelona, pero se desilusionó muy pronto. Laporta empezó a cambiar desde el primer día que tomó posesión de la presidencia y dos años más tarde, Rosell decidió dejar el club. Desde entonces hasta el comienzo de la campaña, ha mantenido un silencio que le ha valido salir elegido como presidente. Su elección supone el fin definitivo del «laportismo».
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