Burriana
El chiringuito ya tiene quien le cante por Rosetta Forner
Nací en el Mediterráneo (como Serrat), y desde pequeña he visto merenderos en la playa de Burriana (así se llaman aquí, el más famoso es el «Manolo», donde todavía se pueden degustar unos caracoles «per xuplarse els dits»). No imagino una playa sin chiringuitos donde poderse tomar un refresco, una buena paella o un pescadito frito para celebrar los días de estío y las vacaciones con que nos premiamos después de un largo invierno. Apoyo la libertad en combinación con la ética y el sentido común. Bien podría patentar este «plato combinado» y dárselo de comer a los políticos, a lo mejor igual se humanizaban un poco e incluso alcanzaban a «saborear» la realidad que rige para el común de los currantes. Muchos sólo pueden «veranear» en la playa de su pueblo o la de la familia –lo cual no deja de ser un lujo–. ¿Qué tal un país de libertades donde cada cuál pueda dedicarse, sin molestar a los demás ni invadir libertades ajenas, a lo que le plazca? España es un país de costa con chiringuitos diversos, eso lo saben los «guiris». Tanto que hablan de la marca España, harían bien en potenciar lo que nos diferencia del resto de los países con costa con el propósito de atraer cada vez más turistas. No sólo del turismo vive España, pero es uno de sus grandes activos. Si queremos fomentar el número de emprendedores y rebajar las escandalosas cifras del paro, facilitemos que los que tienen el valor de abrir un negocio puedan ganarse el pan con el sudor de su frente y la arena en las chanclas. Y, dejen que la gente pueda tomarse la gamba en paz.
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