Zaragoza
Clemente «blanco» por un día
A FAVORDame pan y dime tonto/ por María José NAVARROClemente pasará a la historia por el patadón y tentetieso, a pesar de que la Selección que dirigió no jugaba precisamente mal a la pelota.A veces pasan estas cosas en el fútbol. Xavi Hernández, el mejor jugador del mundo, prefiere que sean otros dos los que se repartan el podio, mientras que un entrenador del montón, Javier Clemente, consigue acaparar más atención de la que merece. Empeñado en ser su propio asesor de imagen sin aceptar ni un solo consejo externo, Clemente ha construido al personaje Clemente desde el antagonismo. La jugada le ha salido perfecta. Gracias a su oposición habitual a mantener un discurso elegante, a encajar de pena las críticas, a convertir las salas de prensa en cuadriláteros verbales, y a tutelar a sus jugadores como se tutela un centro de menores, el de Barakaldo arrastra la fama de ser peor persona y mejor técnico de lo que es en realidad, y él parece encantado. Sin ir más lejos, si yo hubiera tenido enfrente y atizándome a mi amigo Javier Orive, el jefe de deportes de la Cadena Ser en Murcia, mi madre hubiera tirado una toalla desde mi rincón para seguidamente salir a acunarme.Clemente, que pasará a la historia por el patadón y tentetieso a pesar de que la Selección que dirigió no jugaba precisamente mal con la pelota, sólo puede recurrir a esa táctica para parar la embestida del Barça. Si no lo hace, podría ganar ese partido o, lo que indi- ca la lógica, perderlo, encajar un cerro de goles y poner en peligro la permanencia. Si lo hace, volverán los arcángeles que claman contra el clementismo y se alertará en los televisores con un código para que se impida a los niños ver las imágenes de una indecencia así. Pero de todo ello saldrá Clemente como sabe: vivo y dispuesto a lo que haga falta.EN CONTRAEl sepulturero/ Por Lucas HaurieHace tiempo que mutó en «doctor Montes de los banquillos»: sus últimos trabajos fueron acelerar el tránsito a Segunda de Zaragoza y Murcia.Nadie es del todo inocente, así que será cuestión de tiempo averiguar por qué oscuro motivo desea mi admirada María José el mal del Valladolid. Puede que sea por culpa del papel que no le dieron en el colegio para la obra de Zorrilla en la función de fin de curso, o tal vez porque un otorrino incompetente, y también vallisoletano, le tiene el tímpano en rompan filas. Ya lo sabremos. El caso es que no es normal que apenas un mes después de haber alabado a Onésimo, el entrenador que ha matado al equipo, defienda a Clemente, el sepulturero que va a clavar la última puntilla sobre el ataúd de los pucelanos. Hace tiempo que mutó en «doctor Montes de los banquillos»: sus últimos trabajos fueron acelerar el tránsito a Segunda de Tenerife y Murcia.Clemente es un personaje amortizado hace años. Su afán por acaparar titulares (que si me voy a Irán, que si le doy un tantarantán a Míchel…) recuerda a esos rockeros crepusculares que ya no llenan ni una caseta de Feria en sus conciertos, pero que se empeñan en mantener su pose de malditos. La aceptación del paso del tiempo es una cualidad directamente relacionada con la dignidad, pero el de Barakaldo, que juntó con el Athletic un palmarés como para cuadrarse y que fue un excelente seleccionador, no ha sabido entender que su etapa como entrenador concluyó hace rato. Ni siquiera con la selección serbia, que cuenta con una generación más que respetable, como se ha encargado de demostrar su enemigo Antic, logró ganarse la renovación. El año que viene veremos qué presidente lo llama para dar la extremaunción a su equipo.
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