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Ricky
En menos de dos semanas Ricky ha vuelto a dejar a medio mundo con la boca abierta. Le llevaban esperando mucho tiempo en Minnesota y la espera ha merecido la pena.
Hace ya dos años, cuando todo parecía bien encaminado, el cambio de equipo de su Joventut de toda la vida al Barça pareció descentrarlo. Su juego perdió brillo. Llegaron las dudas y algo que debiera ser normal y que se le hubiera permitido a cualquiera, parecía inadmisible con Ricky. Las dificultades le ayudaron a progresar y en el verano del cambio, el «lockout» le ha venido mejor que a nadie. Se entrenó allí sin presiones inmediatas por rendir, recuperó sensaciones, mejoró su inglés, asimiló una nueva forma de vida y cuando ha vuelto a competir era un jugador nuevo.
Su visión de juego, su capacidad de pase y su habilidad para el robo están como en sus mejores momentos. Además ha recuperado el tiro. Para el que lo conozca bien, no es nuevo. Ricky tira bien. Que no las metiera en algunos momentos de los últimos dos años, no era más que una suma de las presiones externas y de la exigencia que él mismo se imponía.
Ya ha conseguido el reconocimiento de sus compañeros y de sus rivales. Ha devuelto la ilusión a un equipo que sueña con conseguir nuevos retos y, sobre todo, con libertad, ha recobrado la ilusión que le hace ser mágico. Ya tenemos algo que agradecer a 2012, nos ha devuelto a Ricky.
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