Barcelona

Corbacho deja Trabajo con 46 millones de parados y con reformas de calado

Los actuales 4,6 millones de parados han ensombrecido la gestión de Celestino Corbacho al frente del Ministerio de Trabajo e Inmigración, desde el que ha aumentado la protección de los desempleados, ha sacado adelante una reforma laboral y ha presentado una propuesta para la del sistema de pensiones.

El propio Corbacho ha reconocido que se le recordará como el ministro "que tuvo que estar en el Gobierno en la peor época desde hace 80 años y en el peor Ministerio".
 Traducido al lenguaje de la calle, y tal y como dice que se lo han transmitido algunos ciudadanos, supone "chico, qué mala suerte has tenido y vaya marrón que te ha tocado".

Un "marrón"que le llegó por sorpresa después de catorce años dedicado a la política local como alcalde de Hospitalet de Llobregat, un cargo con el que se identifica más frente a los formalismos, el protocolo y la parafernalia que rodea una cartera gubernamental. "Los alcaldes somos así, aunque seamos ministros", le gusta decir a Corbacho, según sus colaboradores.

Asumió el Ministerio como experto en la integración de inmigrantes en la sociedad catalana, pero la crisis financiera internacional, que en España se cebó en el desempleo, cambio sus planes para gestionar la inmigración a nivel nacional.

Nacido en Valverde de Leganés (Badajoz) en 1949 y hombre fuerte del PSC en Cataluña, carece de estudios universitarios y ha sido empresario en el sector comercial. Diputado del PSC en el Parlamento de Cataluña en la cuarta y quinta legislatura (1992-1999) fue presidente de la Diputación de Barcelona de 2004 a 2008.

Cuando Corbacho tomó posesión como ministro, el 14 de abril de 2008, el número de parados era de 2,38 millones y la tasa de desempleo estaba en el 10,4% (según la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de 2008). Deja el Ministerio con 4,64 millones de personas sin empleo y una tasa de paro del 20,09%. Esta situación ha llevado a los principales partidos de la oposición, especialmente al PP, a decir que Corbacho es el ministro del paro.

Al respecto, Corbacho ha replicado que lo peor de su mandato, aunque es una persona "curtida", ha sido levantarse con el dato del desempleo diario en su móvil. También ha sido rechazada duramente por la oposición la reforma laboral que le ha tocado defender y que generaliza el contrato del fomento del empleo estable -cuya indemnización por despido es de 33 días por año trabajado, frente a los 45 de uno ordinario-.

Debido a que la reforma para los sindicatos CCOO y UGT supone un abaratamiento del despido convocaron contra ella una huelga general el pasado 29 de septiembre. Ese día, tras haber anunciado anteriormente que dejaba el Ministerio para participar en las elecciones catalanas, fue el designado por el Gobierno para informar, sin cifras finales, del seguimiento de la huelga. De lo que asegura que se siente más satisfecho en sus dos años y seis meses en Trabajo es de haber revalorizado las pensiones y de haber aumentado la protección de los parados.

Como ejemplo está el subsidio de 426 euros para los desempleados que han agotado su prestación, que ha sido prorrogado por dos veces y cuyo futuro está en el aire a partir de febrero de 2011. Los autónomos también han estado en la política de Corbacho, ya que se les ha creado un sistema de protección por cese de actividad.

En materia de pensiones, su departamento planteó en enero pasado una reforma cuya medida principal es elevar la edad legal de jubilación de los actuales 65 años a los 67. El Consejo de Ministros dio el visto bueno a esta propuesta de reforma el 29 de enero pasado, en una reunión en la que no estaba Corbacho, que le tocaba presidir en Barcelona un consejo informal de ministros de Trabajo de la UE.

Su ausencia en aquella reunión del Gobierno dio paso a los primeros rumores sobre su salida del Ejecutivo, que finalmente se produce por su integración en las listas del PSC para las autonómicas catalanas. El último acto oficial al que ha acudido Corbacho fue el pasado martes en el desfile de las fuerzas armadas, y un día después se sometía por última vez a la sesión de control en el Congreso.

Minutos más tarde, en los pasillos de la Cámara Baja eludía valorar los últimos datos de paro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo y emplazaba a su sucesor a que lo hiciera.