Disturbios
El Gobierno tunecino aprueba las leyes de amnistía y partidos
La formación de Ben Ali se disuelve en medio de la presión ciudadana
«He venido desde Gafsa, a 4,5 kilómetros, andando, para esta manifestación. No entienden que fuera es fuera», cuenta Madani a este periódico, frente a la sede del partido de la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD). Como él, ayer miles de tunecinos protestaron y gritaron al unísono su famoso «dégage». «Hasta que no se vayan del Gobierno no vamos a parar», explica la joven Asma, a quien le sorprendía que por primera vez las fuerzas del orden les permitieran pasar frente al Ministerio del Interior y también protestar frente al edificio del partido del ex presidente Zine El Abidine Ben Ali.
Jihed estaba emocionado. Este estudiante de derecho iba haciendo fotografías de todo lo que le llamaba la atención a su paso. Las flores encima de los tanques del Ejército en señal de gratitud; un grupo de ciegos –asiduos a las protestas– con carteles de «RCD fuera»; un hombre con su hijo a hombros, con una pancarta en la que se leía «Túnez libre»… Para él se trata de un día muy especial y más que protestar, parece que está en un sueño. «Mi padre estuvo en la cárcel en 1981 por sus ideas, y mi hermano, que es un poco comunista, estuvo preso diez meses», explica el joven, contento de poder expresarse.
Alrededor de las 13:10 horas, en medio de la avenida Mohamed V, los militares lanzan disparos al aire para intentar disuadir a la multitud de entrar al lujoso edificio de la RCD. Nadie se inmutó, los cánticos continúan. Veinte minutos después, un tunecino corre entre el gentío: «Lo han dejado, lo han dejado», exclamó. La manifestación se convirtió entonces en una celebración. Hasta el Ejército miró para otro lado mientras unos jóvenes quitaban el cartel dorado del partido. La mayoría se quedó hasta las cuatro de la tarde. El que los ministros anunciaran ayer su marcha del partido no era suficiente. No quieren que nada relacionado con Ben Ali forme parte de la transición de su país. Horas después de la masiva protesta, el RCD anunció la disolución de su Comité Político, su máximo órgano de dirección.
La realidad de Túnez cambia cada instante y por primera vez en veintitrés años parece que se está escuchando a su población. Ayer, se reunía por primera vez el Consejo de Ministros. Antes de que tuviera lugar a las 14:00 horas, los ministros de la RCD dejaron de ser militantes de dicho partido, e incluso, Zuhair Emdafar renunció a su cartera, que deberá ser reemplazada. Pero sin duda el gesto más esperado fue el anuncio, tras el Consejo, del reconocimiento de todos los partidos políticos prohibidos hasta ahora, así como la elaboración de una Ley de Amnistía para todos los presos de conciencia. Fuentes del Partido opositor PDP aseguraron a este diario que durante la reunión exigieron que el Gobierno contara con más diversidad de partidos y que el ministro del Interior (antes de la RCD) debía retractarse de sus palabras sobre los manifestantes revolucionarios. El PDP no teme las protestas, les parece un símbolo propio de la democracia a la que quieren llegar.
El proyecto de Ley de Amnistía incluye a los islamistas presos del partido ilegal Enahda, según informó el ministro de Enseñanza Superior, Ahmed Brahim. Sin embargo, deberá todavía ser aprobado por el Parlamento, donde la gran mayoría de los diputados pertenecen al partido del poder del anterior régimen.
El partido islamista Enahda, inspirado en el movimiento egipcio de los Hermanos Musulmanes e ilegalizado en 1989, anunció a principios de semana que iba a demandar su legalización para participar en el proceso de transición política.
La nota curiosa en la primera reunión ministerial la dejó el bloguero Slim Amamou, al frente de la Secretaría tunecina de Estado Juventud y Deporte. Slim Amamou contó a través de su cuenta en la red social de Twitter desde las piezas del vestuario elegido para la ocasión hasta cada una de las decisiones que se estaban tomando durante el Consejo.
Yemen y Jordania anuncian ayudas
La extensión de las protestas tunecinas ha obligado a los Gobiernos de Jordania y Yemen a anunciar diversos paquetes de reformas para calmar los ánimos encendidos de los jóvenes y la oposición. El primer ministro jordano, Samir Rifai, anunció ayer un aumento de sueldo de los funcionarios y la expansión del programa de subsidio público. Aunque el presidente yemení, Ali Abdula Saleh, también ha prometido cambios, miles de personas se manifestaron ayer en la ciudad de Taiz, ya que los consideran insuficientes.
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