Sevilla

Alcaldes de Camp de Turia piden que se vigilen las chatarrerías

La operación policial desplegada por agentes locales y autonómicos comandados por la Conselleria de Gobernación, puso esta semana de manifiesto que los robos en el Camp de Turia pueden ser, si no erradicados, sí reducidos con una mayor presencia policial.

Un agente revisa una furgoneta llena de cable de cobre robado y pelado
Un agente revisa una furgoneta llena de cable de cobre robado y peladolarazon

En cualquier caso, esta opción fue descartada el viernes por el todavía delegado del Gobierno en la Comunitat, Ricardo Peralta, quien aseguró que la delincuencia estaba bajando en la región y no había que aumentar los efectivos (hay urbanizaciones donde han robado cuatro veces el mismos día).

Pero aparte de los robos que se perpetran en chalets, casas o propiedades diversas, son especialmente graves los de cable de cobre que dejan sin suministro eléctrico zonas enteras de la comarca, o, peor todavía, suponen el destrozo total de instalaciones de riego agrícola y pozos.

En la reciente operación desplegada por la Conselleria de Gobernación se ha conseguido aprender cable robado, pero no detener a los ladrones, que incluso actúan a plena luz del día dado que es cuando el tendido eléctrico no tiene tensión al estar el alumbrado apagado.

Las bandas, organizadas cada vez mejor, son efectivas y rápidas, y eso las hace escurridizas.
Pero hay un punto en el que todos convergen y es en la venta del botín. El cobre se suele fundir en chatarrerías, que lo mezclan con el metal de procedencia legal y se «saca» del país, habitualmente, hacia la exportación.

Es ahí donde los alcaldes de Camp de Turia, hartos de robos, piden al delegado del Gobierno que actúe.

Un edil de la zona comentó a LA RAZÓN que «no son muchas las cacharrerías o empresas similares que pueden estar negociando con cobre robado, y los destrozos son ya tan grandes que la Guardia Civil debería comenzar a llevar el control de cable que se compra y que se vende.
Sería como una especie de «trazabilidad» igual que se realiza con ciertos productos ganaderos, como la carne, que aseguraría que el cobre no es robado.

De esta forma, si se puede cortar de raíz la demanda, se cortará también la oferta y se dejará de robar el cable por la dificultad que supondrá colocarlo en el mercado.

Recientemente, operaciones policiales desarrolladas en otras provincias españolas han arrojado datos muy similares. Los ladrones suelen vivir en la marginalidad, y las ventas del botín se producen en chatarrerías, muchas de ellas fuera de la legalidad o clandestinas.

El robo del cobre no afecta solamente a ayuntamientos o particulares que pueden tener instalaciones agrícolas diversas, ha llegado a afectar incluso a las recientes obras del AVE donde las mafias también han actuado robando el cable.

Incluso algunas vías de tren en uso han quedado inutilizadas temporalmente por estos robos.
Los datos son alarmantes y no en todas las regiones están cuantificados, pero por ejemplo, en lo que va de año, en la Comunidad de Madrid se han robado 522 kilómetros de cable de cobre, algo así como la distancia que separa la capital del Reino de la ciudad de Sevilla.

Más cerca, en la Font d'En Corts, del término municipal de Valencia, el alumbrado público estuvo apagado durante 21 días porque los amigos de lo ajeno se hicieron con el cable de cobre que unía las farolas.

Algunos ayuntamientos están optando por volver al cable suspendido de farola a farola, más «antiestético» que el soterrado, pero también más difícil de robar, aunque no imposible.