Estados Unidos

«Fuimos a matar a Ben Laden»

«Cuando uno se cruza con un hombre adulto a altas horas de la noche, a oscuras, avanzando hacia ti en una casa de Al Qaida, lo normal es que supongas que es hostil», afirma el responsable de la «Operación Gerónimo» en declaraciones a «The New Yorker».

 
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El encargado de dirigir la misión que acabó con Osama Ben Laden el pasado 1 de mayo (y que mantiene oculta su identidad) se refiere a los disparos lanzados contra Khalid, uno de los hijos del ex líder de Al Qaida, que murió a manos del Grupo de Operaciones Especiales de la Marina de EE UU (SEALS) poco antes que su padre. Ambos se encontraban desarmados aquella noche en la vivienda de Abbottabad en la que el hombre más buscado del mundo se ocultó durante cinco años.

La revista neoyorquina publicó el pasado lunes un amplio reportaje sobre la operación que acabó con la vida del responsable de los atentados del 11 de Septiembre. A través de los datos y testimonios que recoge se confirma que nadie planteó nunca la opción de capturar con vida a Ben Laden y que además los jefes de la operación habían planeado semanas antes arrojar su cadáver al mar para no alimentar el mito. Un protocolo similar al que se siguió en 2009 tras la muerte de Saleh Ali Saleh Nabhan, el ex líder de la facción de Al Qaida en Somalia.

Se trata de testimonios que contradicen la versión oficial de la Administración estadounidense, que siempre ha insistido en que el líder terrorista se resistió una vez fue hallado y que por ello se abrió fuego contra él, como ha afirmado en más de una ocasión el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.

Pero, según fuentes citadas por la revista, el líder de Al Qaida –que se encontraba atrincherado en una habitación con varias de sus mujeres e hijos– se entregó de inmediato al ser sorprendido por los militares.

Éstos le dispararon, sin embargo, con un M4 de calibre 5,56 milímetros dos balas, una primera en el pecho y otra en la cabeza, a la altura del ojo izquierdo. «Nunca se cuestionó si había que detenerlo o capturarlo. Dispararlo no fue una decisión que se tomara en décimas de segundo. Nadie quería detenidos», confirmó el jefe de los SEALS, quien niega que fuera Barack Obama el que efectuara la orden de disparlo a quemarropa.

La polémica con Pakistán

Respecto al papel de Pakistán en la captura de Ben Laden, la publicación sugiere que los helicópteros estadounidenses consiguieron penetrar de forma clandestina en el país gracias a la escasez de defensas aéreas en territorio paquistaní. La mayoría de ellas se concentrarían al este para vigilar a su enemigo más inmediato –India–. Un extremo que altos funcionarios paquistaníes niegan, achacando su error de seguridad a un «fallo tecnológico» puntual. Todo ello a pesar de que los militares estadounidenses atravesaron su espacio aéreo en una docena de ocasiones antes de llevar a cabo la operación sin ser interceptados por las autoridades.

La cercanía de la vivienda que ocupaba Ben Laden a la Academia Militar de Pakistán terminó por disuadir a Estados Unidos de notificar al Gobierno paquistaní de la operación. Más tarde se sabría que el líder terrorista guardaba los números de teléfono de militares de alto nivel pertenecientes al grupo terrorista Harakat-ul-Mujahideen, relacionado con los Servicios de Inteligencia paquistaníes. «Hubo una verdadera falta de confianza en que Pakistán fuera capaz de guardar el secreto de la operación durante más de un nanosegundo», confesó uno de los SEALS a la revista «The New Yorker».


Trece hombres y un perro
Dos equipos compuestos por un total de 13 hombres penetraron en el recinto de Abbottabad la noche del pasado 1 de mayo con el objetivo de acabar con Ben Laden. En uno de esos dos grupos participaba también Cairo, un perro del Grupo especial de Operaciones de la Marina de EE UU entrenado para detectar puertas ocultas. El propio presidente estadounidense, Barack Obama, expresó su deseó de conocer en persona al can, algo que finalmente ocurrió tras el regreso de los militares a Estados Unidos. Pocos días después de aterrizar en el país, Obama se desplazó a la base militar de Fort Campbell para felicitar en persona a los miembros de la operación.