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Carmen Lomana vende su guardarropa por Jesús MARIÑAS

Son iniciativas sentimentales muy propias de estos días navideños que propician el entendimiento y la concordia.

Carmen Lomana en el Rastrillo de Nuevo Futuro
Carmen Lomana en el Rastrillo de Nuevo Futurolarazon

Si los primeros días de diciembre Eugenia Silva abrió las puertas de un mercadillo organizado a dúo con su entrañable Luis Galliusi –que ya está cansado de instruir a nuevos interioristas que luego le salen rana–, ahora le toca el turno a Carmen Lomana, que muestra así su lado más caritativo. A partir de este miércoles, en Moda Shopping, sacará a la venta gran parte de su variopinto guardarropa, accesorios incluidos. «Lo hago para ayudar a unas monjitas que están muy necesitadas. A mí todo esto me sobra», asegura. El mercadillo se celebrará durante tres días y serán muchos los que se acerquen a curiosear y a comprobar que no se trata de una excusa para deshacerse de lo inservible en su céntrica y pomposa casa de la calle Fortuny, en donde algún asiduo afirma que «ninguno de los muebles está firmado». Lo mismo cuentan de Cari Lapique, quien, en vez de buenas pinturas –y eso que su madre fue retratada por Claudio Bravo–, cuelga cuadros poco afortunados, incluso en su nuevo piso del Paseo de La Habana de Madrid, por el que paga 2.500 euros mensuales, la mitad de lo que le costaba el que mostró hace tiempo en «¡Hola!». Ahora, sus exclusivas encuentran un mejor marco junto a su hija Carla en el mini apartamento de Miami, propiedad de su abuela, que finalmente se lo ha alquilado por un módico precio.

Volviendo al mercadillo de Lomana, comenta que el último día de la venta ofrecerá «varios trajes excepcionales de Chanel». Precisamente, en uno de los desfiles parisienses de esta firma la conocí hace doce años, cuando Linda Evangelista reapareció vestida de novia por Karl Lagerfeld. Prometo que no me perderé la subasta de Lomana, otearé las reacciones de los visitantes, los comentarios, los elogios y las censuras, que de todo habrá.

De otra magnitud será la subasta que también organiza el miércoles la casa Segre, en la que saldrá a la venta la colección de autógrafos de Carlos Suárez. Nada menos que 6.000 rúbricas con sus correspondientes fotografías y cuarenta libros firmados por autores como Valle-Inclán, María Zambrano y Vizcaíno Casas, de quien guardo gratos recuerdos. Era inefable, como este muestrario donde también figuran Fidel Castro, la Caballé, Juan Pablo II, la reina Victoria Eugenia, Juan Espantaleón, Antonio Garisa e, incluso, un Gila que ahora vuelve a la vida a través de una biografía autorizada en la que se descubre que no se marchó de España acosado por el franquismo, sino que lo hizo para huir de su primera esposa, que enfureció cuando él se juntó con Mary Loli Cabo. En el libro se asegura que la mujer montaba en cólera en su piso de la entonces Avenida Infanta Carlota y Gila no lo aguantó. De ahí su espantada disfrazada de exilio, una información hasta ahora desconocida, como el hecho de que fue el chófer del gobernador civil zamorano después de haber luchado en el bando contrario.
La colección de Suárez saldrá a subasta por 80.000 euros, una cantidad que me parece pequeña para tal esfuerzo coleccionista.