Andalucía

Recio y las ganzúas

La Razón
La RazónLa Razón

No fue hasta el segundo turno, y siempre sin citar sus nombres, cuando Manuel Recio hizo elíptica defensa de sus antecesores en la Consejería de Empleo. Había llegado a la comparecencia parlamentaria acusado por una parte de su propio partido de tibieza a la hora de dar la cara por Antonio Fernández y José Antonio Viera, y precisamente por ello, jalonó su discurso con alusiones a socialistas históricos como Julián Besteiro y Pablo Iglesias. Ahora bien, del primero tomó una enigmática e inquietante reflexión, que para hacerse rico funcionan mejor las leyes y los reglamentos que las ganzúas y las palanquetas. ¿Se refería tal vez al convenio suscrito en 2001 por la «Dirección General de Empleo» (sic) y el antiguo IFA? Porque si utilizamos el «timbre de la verdad» que Machado apreció escuchar en el fundador del PSOE lo que Recio sí dijo ayer muy claramente es «que a partir de 2005 la Intervención de Hacienda reiteró su disconformidad con el procedimiento, informes que fueron discutidos en las correspondientes alegaciones de la Consejería de Empleo». No es de extrañar que Viera se subiese por las paredes del antiguo Hospital de las Cinco Llagas.
También, el diputado Ángel Gallego acudió a los años treinta y en el colmo del delirio llegó a comparar con la de los nazis la persecución que a su juicio están sufriendo en estos momentos los socialistas andaluces. El problema es que los términos históricos –y no solo la carga de la prueba– son los que se han invertido. Lo trascendido hasta ahora de esta tan presunta como maloliente trama apunta a que una parte de la izquierda política y sindical ha renunciado a sus pretensiones de hace un siglo de expropiar las plusvalías y propiedades de los señoritos y ha preferido aliarse hasta con los mismísimos bodegueros de Jerez para repartirse el dinero público. Este país es así, subvenciones embotelladas como el sol de Andalucía. Adiós a la lucha de clases y bienvenidos a una ducha de millones que veremos a quién termina salpicando. Porque con las ganzúas de Besteiro nada puede darse por cerrado.