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La crisis pone en peligro un colegio bénefico en Salamanca con 700 alumnos de 30 países
Salamanca- Más de 700 jóvenes y niños, de entre 3 y 18 años, procedentes de 30 países de cuatro continentes conviven en el colegio internado de «La Inmaculada», en el municipio de Armenteros, en Salamanca, cuyo futuro se encuentra seriamente amenazado por la falta de fondos debido a la crisis.
Se trata de una institución atípica, con más de 60 años de vida, en la que se acoge y educa tanto a hijos de ministros y mandatarios de otros países como a huérfanos y niños de familias sin recursos y que ahora tiene complicado seguir adelante con la obra iniciada por el padre Juan, alma del proyecto, según relata a Efe el coordinador de la plataforma en defensa del colegio, José Juan Santos.
En la actualidad el centro, que se ubica en un pequeño municipio salmantino de menos de 400 habitantes, cuenta con un centenar de trabajadores, entre profesores, personal de limpieza, cocina, jardineros, ayudantes y otras labores, de los que la mitad lleva varios meses sin poder cobrar sus nóminas por el retraso y el recorte de las ayudas institucionales.
A esto se unen las facturas de los proveedores, ya que se trata de un centro de estancia completa de la mayor parte de los alumnos, "lo que genera unos costes diarios muy importantes", explica Santos.
Aunque «nunca ha sido fácil» sacar adelante el proyecto, como reconoce a Efe el padre Juan de 84 años, ahora han llegado «a una situación muy complicada», ya que las subvenciones de las distintas instituciones con intereses en el centro no están llegando.
Procedentes de países como Jamaica, Guinea, Honduras, Alemania, República Dominicana, Nigeria, Thailandia o China, los internos comparten vida con chicos y chicas de toda España y de la propia provincia de Salamanca en la que se encuentra el colegio.
Un recorrido por el centro permite ser testigo de una experiencia singular de integración a todos los niveles, donde cada alumno recibe el mismo trato independientemente de sus recursos económicos, su procedencia o raza. Aunque existen normas de comportamiento, horarios que cumplir y tutores encargados de cada grupo, este conglomerado humano con un porcentaje muy elevado de adolescentes «no se podría dominar si no es con el corazón», subraya el padre Juan.
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