Teatro

Nueva York

Joan Pons: «La época de las grandes voces ha acabado»

Se despide de los escenarios en el Liceo con «Aída», una de sus obras fetiche

Joan Pons: «La época de las grandes voces ha acabado»
Joan Pons: «La época de las grandes voces ha acabado»larazon

Nunca es sencillo despedirse de los escenarios, y más si eres uno de los mejores barítonos de la historia reciente de la ópera. Sin embargo, Joan Pons lo tiene claro, ahora toca empezar una nueva aventura y recuperar algo que ha echado mucho de menos estos años, una vida familiar normal, sin viajes, sin duros ensayos, sin agendas a tres años vista. En realidad, por lo que parece, los escenarios le echarán mucho más de menos que Pons a ellos.

– El anuncio de su retiro ha caído como un jarro de agua fría en el mundo lírico.
–No me esperaba tanta repercusión. Ha sido una decisión muy meditada, no ha sido de repente. Además, había muchas coincidencias que hacían que este fuese el momento adecuado. Hace 42 años, un 12 de julio, debuté en el Liceo con «Aida». También debuté en la Scala y el Metropolitan con la misma ópera y cuando cambié de bajo a barítono, mi primera obra fue este título verdiano.

–¿Parece que es su ópera fetiche?
– No es un papel muy importante para barítono, pero sí que ha sido importante. Es una de las pocas obras que pudo verme cantar mi padre, que murió a los 57 años por una trombosis. Es una de las cosas que más me han impactado. En noviembre tuve un susto en el aeropuerto de Nueva York y eso te hace poner todo en perspectiva.

–¿Cómo ve estos más de 40 años de carrera ahora?
– Si volviese a empezar, no cambiaría nada. Empecé en un coro de Ciutadella, canté dos zarzuelas como aficionado, llegué al coro del Liceo, me convertí en solista y poco a poco fui creciendo. Nunca he envidiado a nadie, puedo decir que he sido un buen compañero y sigo teniendo los mismos amigos que cuando era un joven en Ciutadella.

–¿Cómo era el joven Joan Pons, soñando con una gran carrera?
–Era muy tímido e inseguro. Todos hablaban de que poseía una buena voz, pero tenía muchas dudas. Incluso estuve a punto de dejarlo. Con la que ahora es mi mujer decidimos que iría a Barcelona y si después de un año seguía sin estar convencido, nos casaríamos y nos olvidaríamos de todo.

–¿Su familia parece haber tenido una gran importancia en sus decisiones?
– Mi mujer es una gran cantante. Estuvo tres años en el coro del Liceo, hasta que dio a luz a nuestro segundo hijo. Ha sido un gran apoyo y mi peor crítica. Hemos tenido cuatro hijos y sólo he podido ver nacer al tercero. Mi nieto nació por la tarde y a las siete de la mañana estaba en un avión rumbo a Nueva York. La familia será ahora mi gran prioridad.

–¿Es éste, el descuido de la familia, lo peor de la dedicación a la ópera?
–La vida te lleva a tomar unas ciertas decisiones. Ni siquiera son sacrificios, son circunstancias de las que no uedes huir. A veces es difícil, pero un trabajo duro de verdad es bajar a la mina o construir rascacielos. Ahora, lo que más me apetece, es salir a pasear con mi mujer empujando el cochecito de mi nieto.

–¿Cómo deja el mundo de la ópera, mejor o peor que lo que se encontró?
– Peor, sin duda. Doy gracias a Dios de empezar en la época de las grandes voces, de los grandes divos. Ahora lo que impera es la extravagancia del director de escena y cantantes que vayan desnudos o den un triple mortal. La voz es lo menos importante. No existe la misma emoción.

–¿Los cantantes tampoco tienen la misma preparación?
–Se pierden grandes voces por la precipitación en las c+arreras de los cantantes. Con Plácido Domingosiempre lo comento: cuando escuchamos una gran voz por primera vez rezamos por poder volver a escucharla dentro de 10 años, porque hoy se tiran a la basura muchas carreras por querer ir rápido.


400 veces «Tosca»
De entre todo su repertorio, Pons se queda con «Tosca», ópera que ha representado 400 veces y del que ha hecho todos los personajes posibles. A partir de aquí, se queda con cualquiera de Verdi, «el que mejor entendió la voz de barítono». Su momento mágico fue en el Metropolitan de Nueva York con «Rigoletto», con todo el auditorio en pie ovacionándole. También tiene un cálido recuerdo de los Juegos Olímpicos de Barcelona, junto a los grandes cantantes españoles.