Barcelona

La hora de gobernar

La Razón
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En Convergencia i Unio corre desde el 28 de noviembre una chanza: ese día los convergentes recibieron dos noticias, una buena y otra mala. «La buena: hemos ganado las elecciones. La mala: hemos ganado las elecciones». Toca gobernar, con la que está cayendo. En los tiempos de la peor crisis económica de España y de Cataluña. Tarea/sapo. Lo mismo que le pasará a Rajoy, sin duda, el día que gane las elecciones generales, y lo que pensará cualquier victorioso candidato, en cualquier plaza, en los próximos comicios.
Cataluña es la comunidad más endeudada de España, con datos socioeconómicos dramáticos. Así es que el futuro Honorable tendrá que pedir grandes sacrificios a los catalanes y no invertir ni un euro en obra pública ni en florituras. No es de extrañar pues, que una de sus primeras medidas sea encargar una auditoría que limpie el polvo de las alfombras que deja el PSC. En esto, en la «mala noticia» de haber ganado, pensaba Artur Mas el jueves, mientras se formaba el Parlamento que le elegirá presidente. En hacer un Gobierno más pequeño, con menos consejerías y menos asesores, no porque esto vaya a ser la solución de los problemas, sino porque en política, y especialmente en democracia, los gestos diligentes son esenciales.
En la gestión económica no estará Duran. Lo suyo serán elevados asuntos de «Estado» desde Madrid. Los dos líderes son tan finos políticos, que ni el uno le ha pedido con vehemencia al otro que participe en el Gobierno, ni el otro le ha pedido con pasión al uno participar. Duran se quedará en Madrid, la plaza en la que se ha aupado al mejor podio que dan las encuestas, cubierto con un halo de hombre de Estado que supera al mismísimo presidente del Gobierno y al líder de la oposición.
Desde Madrid, Duran podrá asistir como oyente a los Consejos de Gobierno de Cataluña, presidirá la Comisión de Traspasos entre el Estado y la Generalitat y orientará las relaciones internacionales, especialmente con Europa. Mucho trabajo antes de los comicios generales, para arrancarle a un Gobierno socialista desahuciado un nuevo pacto fiscal.
Luego, el objetivo será ganar más peso en Madrid en las elecciones legislativas, algo que ya cantan por seguro las encuestas. Y ésta es la única incógnita: si el PP tiene mayoría absoluta, no necesitará a CiU y Duran será un portavoz ignorado, mientras que si necesita apoyos, Duran será el hombre clave, el que guarde la llave del Congreso de los Diputados. La decisión de Duran es, pues, una apuesta para año y medio.
De momento, lo evidente es que, de haberse quedado de Conseller en cap el roce inevitable y diario con Artur Mas habría agrietado la relación entre ambos, que hoy aparece más consolidada que nunca, esencial de cara a las elecciones municipales en las que los convergentes aspiran a quedarse incluso con la Diputación de Barcelona. Y no será difícil. Los catalanes han pedido enterrar con diligencia la convulsa etapa del tripartito. Y ése ha sido hasta ahora el acierto Mas-Duran: aparecer sin estridencias, con mesura y mucho aplomo.