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Las mejores armas de Dire Straits

Se convirtió en una de las bandas de referencia y la culpa la tuvo un disco que cumple 25 años, «Brothers in arms». Knopfler no era lo que es ahora, pero ya apuntaba maneras 

Mark Knopfler, líder de Dire Straits
Mark Knopfler, líder de Dire Straitslarazon

En el verano de 1985 no había nada más grande en el mundo del «rock and roll» que Dire Straits. Al menos, en términos estadísticos. «Brothers in arms» era número 1 en medio planeta, la banda acometía el comienzo de una gira mundial que se extendería durante dos años, llenaba grandes estadios y Mark Knopfler era saludado como el «gran dios de la guitarra»… Aquellos años 80, tan exagerados, tan dominados por la inmediatez. Si hay acontecimientos que definen décadas, se puede decir que el disco, igual que Dire Straits, conforma un perfecto testimonio sonoro de aquellos tiempos en los que la música era uno de los principales sectores de negocio. A su tremendo éxito ayudó el hecho de que también fuera uno de los primeros trabajos grabados digitalmente en su totalidad. Salió en CD, un material que entonces daba sus primeros pasos, y durante muchos años fue el álbum más vendido en este formato. Resultaba increíble ver cómo había crecido el grupo desde sus primeros tiempos. En sólo ocho años, Mark Knopfler había pasado de morirse de hambre a bañarse entre billetes. No sólo eso, sino que se codeaba con la realeza del rock and roll, con gente como Bob Dylan, Eric Clapton, Van Morrison, Sting y muchos más.Dire Straits nació en 1977 como una banda de pub, un cuarteto que intentaba salir adelante con un género que por entonces no se llevaba demasiado, tocando música que remitía a J. J. Cale, Dylan, Ry Cooder y demás. Con la canción «Sultans of swing» tuvieron un pequeño éxito, pero nada masivo, aunque ahora se piense lo contrario. Más decisiva fue la aportación de Knopfler al disco de Bob Dylan «Slow train coming», situando al músico escocés en el mapa y captando la atención de curiosos.Más que una banda de pubA partir de entonces, Knopfler fue dando una vuelta de tuerca en cada trabajo que hizo, provocando cierto rechazo en sus primeros «fans» y las bendiciones entre quienes iban llegando. Cada trabajo recibía más presupuesto, mejores medios técnicos para grabar, mejores hoteles en los que descansar. Cuando Dire Straits terminó de grabar «Love over gold» (1982), apenas quedaban Knopfler y el bajista John Illsley respecto a la formación original. Y ese mismo disco se abría con una canción llamada «Telegraph road» que duraba la friolera de 14 minutos. No, Dire Straits no eran ya una banda de «pub-rock».Pero lo más grande estaba por llegar. Knopfler se tomó su tiempo para escribir canciones de un nuevo disco, uno de los más ambiciosos de la década. Se llamaría «Brothers in arms», tendría una profunda mezcla de estilos, contaría con los mejores ingenieros de sonidos y haría multimillonario al músico escocés. Grabado en los Air Studios de Montserrat, el disco contó con las colaboraciones de Sting, Tony Levin, los hermanos Brecker, Mike Mainieri… Además, para entonces los Dire Straits ya eran una banda de siete componentes, incluyendo dos teclistas y un saxofonista. Y cada «single» que salió fue un rotundo éxito: «Money for nothing», «Walk of life», «Brothers in arms», «So far away»… Dire Straits eran la banda del momento y un acontecimiento artístico de carácter benéfico era un fracaso si no estaba presente Mark Knopfler.Letras polémicasLas bondades sonoras y comerciales del disco lograron disimular algunos textos polémicos de ciertas canciones. Knopfler se había convertido en un letrista francamente interesante y en «Brothers in arms» habló de mercenarios, de dictadores sanguinarios, de abusos, de la manipulación de la televisión, de los músicos que actúan como marionetas, de las huelgas… El grupo se embarcó en una gira mundial que le llevó a dar 247 conciertos en más de 100 ciudades diferentes, siempre en enormes recintos. La gira finalizó en el Entertainment Centre de Sydney, Australia, donde ofreció 21 conciertos consecutivos. Eran «shows» de dos horas, con un escenario gigantesco que contaba con las últimas innovaciones tecnológicas del momento. Para muchos, los Dire Straits de entonces representan parte de lo peor que produjo la música durante aquellos años, incluyendo la megalomanía y los delirios de grandeza propios de quienes por aquel entonces reinaban en el mundo de la cultura y el ocio. Y, qué curioso, aquel «Brothers in arms» también significó el comienzo del fin de Dire Straits. Porque la banda sólo volvió a juntarse en 1991 para completar el flojísimo álbum «On every street», preludio de otra lucrativa gira de dos años.