Hagan juego señores

Cuando Louis Malle dirigió «Atlantic City» en 1980, la ciudad del vicio sufría un periodo de decadencia. Un siglo antes apenas era una isla con pretensiones de convertirse en un balneario para la clase trabajadora de Filadelfia, un centro de atracción de turistas con ganas de divertirse, donde las leyes se violaban con impunidad y la corrupción política dominaba todas las esferas de la vida social. «Boardwalk Empire», de Nelson Johnson, es un estudio sociológico que recorre desde la fundación del balneario en la isla Absecon hasta la crisis de los años 70 y su resurgimiento con la ley que legalizaba el juego en Estados Unidos en 1976.

Un híbrido entre el relato histórico, el estudio socioeconómico y el análisis político. Para Nelson Johnson, Atlantic City representa un modelo de la Norteamérica que renace tras la guerra civil e inicia el largo periodo de modernización a lo largo del siglo XX. Frente al salvaje Oeste, el Este representaba el imperio de la ley y el orden, y la lucha contra el crimen organizado. La historia de la consolidación de Atlantic City lo desmiente.

Todo cuanto estaba prohibido en Filadelfia se permitía a ojos vista en Atlantic City. La Ley Seca fue el detonante de su éxito durante los felices años 20. Con el florecimiento de la industria del vicio, las fuerzas locales entendieron que para mantener el turismo y su negocio tenían que aliarse con el Partido Republicano, financiado por el crimen organizado.

Célebres criminales
Como cuenta el libro de Johnson y recrea prodigiosamente el capítulo piloto –adaptado por Terence Winter, guionista de «Los Soprano» y dirigido por Martin Scorsese–, el adalid de esa unión fue «Nucky» Johnson, quien introdujo en la estructura republicana a los criminales más célebres y permitió que millones de trabajadores encontraran en el famoso paseo marítimo cuanto no podían hallar en la puritana Filadelfia a un módico precio.

Tanto Nucky como el Comodoro controlaron el Partido Republicano durante cuarenta años: nombraban al fiscal general, a los jueces del condado, a los jurados populares y también al «sheriff». La Ley Seca –que nunca se aplicó en una ciudad como Atlantic City– aumentó el dinero disponible para la corrupción política y el crimen organizado.

En el estudio de Nelson Johnson, Atlantic City fue pionera en la institucionalización del concepto de cultura de masas y en la revolución de la publicidad turística. Allí se construyeron los grandes hoteles de hormigón supervisados por su inventor, Edison, resistentes al fuego y con baño individualizado. Atlantic City, donde se preestrenaban las obras antes que en Broadway, estaba concebida para hacer felices a los turistas que buscaban alcohol, chicas y juegos de azar, y eso lesdio durante un siglo, contraviniendo todas las leyes y convirtiendo el balneario en el «Imperio del paseo marítimo».

Sobre el autor
 Impresionante estudio sobre Atlantic City que ha servido para que Scorsese realice una fascinante serie televisiva
Ideal para...
 cuantos disfrutan con los relatos en los que dominan la corrupción y el crimen organizado
Un defecto
La abundancia de datos sobre un periodo extraño para los españoles
Una virtud
 La capacidad del autor para atrapar al lector hasta el final
Puntuación 8