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OPINIÓN: Empleados quemados

La Razón
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Muchos trabajadores identifican estar «quemado» cuando, en su empresa, están a disgusto, hartos o se sienten agobiados y desmotivados. Si un empleado se «quema», pierde iniciativa, creatividad y, por lo tanto, rendimiento. Cuando esto ocurre, la empresa no solo pierde un trabajador productivo, sino que gana uno tóxico que contaminará a sus compañeros cercanos con su malestar e irá «quemándolos» a ellos también. La pregunta que me gustaría plantear hoy es ¿puede hacer algo la empresa para evitar que se «quemen» los trabajadores?
Compartiendo experiencias con otros coaches, he podido observar que, en numerosas empresas, dejar claro el primer día con una buena bronca quién es el jefe, es algo habitual y aceptado resignadamente por los nuevos trabajadores, quienes piensan que «claro, como es el primer día, alguna me tenía que llevar». Ahí es donde se empieza a «quemar» al empleado. Si, en lugar de aprovechar la oportunidad de marcar el territorio, el supervisor del nuevo empleado invierte un tiempo en formarlo, indicarle claramente cuáles son las expectativas que la empresa tiene puestas en él y es capaz de disculpar y corregir los pequeños errores lógicos de la bisoñez, conseguirá el agradecimiento, respeto y fidelidad del trabajador, en lugar de provocar miedo, desconfianza y, en ocasiones, rencor por haber sido tratado demasiado injustamente.
No solamente los jefes «queman» a los nuevos empleados, los compañeros también tienen un papel fundamental en ese triste proceso. El recelo hacia el nuevo compañero que, en muchas ocasiones, tiene mayor preparación, ilusión o, simplemente, no está quemado, hacen que su actitud hacia el nuevo sea desagradable, arisca e incluso hiriente.
Una cultura empresarial donde se motive a los empleados a desarrollar sus capacidades, se genere ilusión, se propicie el compañerismo y el trabajo en equipo, donde la solidaridad y la confianza sean valores habituales de la empresa, en la que los jefes consideren a los empleados como personas y no como meros elementos productivos, puede evitar o retrasar, que los empleados se «quemen» y, por tanto, mantener altos sus rendimientos.