América

Buenos Aires

Víctor Hugo Morales

La Razón
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E n Libertador con Tagle, me espera Víctor Hugo Morales, el uruguayo interplanetario que hizo temblar Argentina con los goles de Maradona, un Da Vinci de la comunicación que cabalga a lomos de dos siglos, subido a la grupa de la cultura. Comparto mesa con un hombre comprometido con su tiempo que, además, relata fútbol. Nos comprendemos con la mirada. Desgranamos la vida, revisamos el fútbol con aires porteños y miramos hacia el Monumental de Núñez para el partido deseado. Decidimos que el fútbol oculta las carencias de un país y que la clase política lo utiliza para disfrazar la ausencia de rigor y eficacia. Lo han hecho las dictaduras. Lo hacen las democracias. Ambas, en nombre del dios Poder y del dios Dinero.Intercambiamos sensaciones euro-americanas. Unimos ideas entre Buenos Aires y Madrid mediante puentes de palabras. Argentina transita para recobrar identidad; España consolida la idea más hermosa, la creatividad basada en el trabajo. La cancha de River, donde millones de papelitos cubrían el aire jaleando los goles de Marito Kempes y de Bertoni en la noche negra de la dictadura, recibe ahora la esencia del fútbol democrático, la España «delbosquiana». Reflexionamos sobre el estilo y sentenciamos que lo que unen los deportistas lo estropean políticos aprovechados. En fútbol, las victorias no encuentran dueños fuera del campo. Coincidimos en el prestigio y en la historia de lazos interminables entre nuestros orígenes y rechazamos ambos, de común acuerdo, a aquellos que, argentinos, españoles o mixtos, abanderan la falsa intelectualidad para llenarse el bolsillo. Al final, Víctor Hugo y yo somos dos tipos raros. No deseamos vivir en el crepúsculo de la ética.