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La ética militar por Almirante Ángel Tafalla Balduz

La Razón
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En la época del Servicio Militar Obligatorio, de la mili, la sociedad española tenía una idea de cómo era lo militar en España. Había un tópico que la pintaba negativamente y mucho nos hemos reído todos con las historias de Gila. Pero un sector grande de la juventud masculina que paso por ella la recuerda como el momento de su emancipación y de darse cuenta de cómo era aquella España. Y a través de los soldados, las mujeres de su entorno y la sociedad compartían esa visión apasionada y apasionante de aquel periodo de sus vidas.

Pero la mili, para bien o para mal, se acabo. ¿Cómo son ahora los que con las armas defienden la actual sociedad democrática española? Sólo hay un matiz indiscutible a mi juicio en la respuesta que se dé a esa pregunta: son diferentes. Diferentes, no porque los ejércitos sean ahora organizaciones democráticas, que no lo son ni lo podrán ser nunca, de aquellos que hacen de la obediencia y la disciplina su regla suprema. Diferentes porque el soldado voluntario es -o lo será con el tiempo- un profesional, es decir, de una naturaleza esencialmente igual a la de sus cuadros de mando. ¿Y qué es hoy un profesional de las armas? Alguien a quien las sociedades avanzadas han confiado su seguridad exterior armándoles y organizándoles a tal fin. El tener un arma potente, un buque de guerra o una aeronave en nuestras manos requiere un alto grado de autocontrol y unos conocimientos técnicos cada vez más complejos si queremos estar a la altura de sus posibilidades. Y también requiere una ética especial de la que vamos a hablar, aunque sea vertiginosamente.

Ética forjada en un día a día de esforzarse, de ni pedir ni rehusar y de mantener, a través de una rutina, la capacidad de reaccionar cuando llegue la ocasión. Como lo hicieron en Afganistán y en el Indico los dos oficiales con los que me honro al compartir estas páginas. Pues eso es la vida real del militar: prepararse mucho; aburrirse algunas veces; sufrir bastante; y estar dispuesto a demostrar en un segundo determinado que por la palabra dada, por tus compañeros y por tu Patria, estás dispuesto a arriesgarlo todo.

Almirante Ángel Tafalla Balduz
Grupo Atenea