Ley electoral
El secreto de Zapatero atrapa al PSOE
Da igual que el diseño sea territorial, local o planetario. Zapatero seguirá siendo el eje de la campaña de las municipales y autonómicas, lo quiera o no el PSOE. A estas a alturas ya da igual cuándo, cómo y dónde anuncie su retirada. La administración de los tiempos ha sido tan nefasta que el socialismo está atrapado en un debate perverso del que difícilmente saldrá hasta las generales de 2012.
Vean los posibles escenarios. Uno: si, como pretenden algunos, el presidente anuncia el próximo 2 de abril ante el Comité Federal de su partido que no volverá a ser candidato, ese mismo día se abrirá el melón sucesorio. Primarias, sí; primarias, no; un candidato; dos candidatos; ¿Rubalcaba?, ¿Chacón?… A mes y medio del 22-M sería imposible que la agenda electoral discurriera por la senda del autonomismo o las bondades del Plan E de los ayuntamientos. Eso por no hablar del discurso que entonaría, sin duda, el PP para trasladar a la opinión pública que si Zapatero se va porque es un problema para el PSOE, debería abandonar también el Gobierno porque es un problema para España. A pesar de este riesgo evidente, son mayoría quienes en las filas socialistas creen que despejar la incógnita aliviaría la presión de una campaña agónica en la que será casi imposible esquivar una realidad que está muy presente en la opinión pública.
Escenario dos: Zapatero hace caso de quienes le piden que aplace la decisión hasta después de las elecciones. Quienes defienden esta opción creen que no debe desvelar si se retira o no hasta septiembre para proteger a su sucesor del ataque del adversario y evitar que el partido se abra en canal ante unas posibles primarias con más de un candidato. Claro que en este caso los barones seguirían con su «raca-raca» sobre el plebiscito; se cuestionaría cada presencia o ausencia de Zapatero en los territorios; se especularía sobre si Rubalcaba o Chacón tienen más o menos protagonismo en campaña y, sobre todo, si se cumplen los peores vaticinios de los sondeos, la salida del presidente ya no sería voluntaria, sino más bien obligada por el veredicto de las urnas. Vaya, que si se mantiene la incógnita el bombardeo sobre la figura del aún líder del PSOE será mayúsculo y la atmósfera de interinidad pesará como una losa sobre la deprimida militancia.
No habrá mitin diario
Opción tres. Es la de quienes creen que las encuestas no son dogma de fe y confían en que la derrota no tenga categoría de catástrofe, por lo que el presidente debería optar a un tercer mandato. Es, sin duda, el escenario menos probable, pero es el que defiende el círculo político y personal más cercano al presidente, con la excepción de José Blanco. Decida lo que decida Zapatero –y eso no lo saben más que él y, quizá, Blanco y Rubalcaba– el PSOE está metido en un laberinto. La probable renuncia será el tema único de la campaña, y tanto si la anuncia antes de las elecciones como si no, será inevitable que monopolice el debate político. Y el ejemplo más reciente es el del rediseño de la precampaña al que Zapatero ha obligado a José Blanco esta semana al suprimir el mitin de Vistalegre.
Al Comité Electoral no le gusta estar atado a esa decisión que condiciona por completo su futuro y le llevará a una campaña de perfil bajo centrada en los candidatos territoriales. Los socialistas ni pueden, ni quieren (ni deben) esconder a Zapatero en la campaña. Bien es verdad que en Ferraz existen tres diseños, con mayor o menor presencia suya, a la espera de conocer la decisión. Lo que no prevén es un mitin diario del presidente durante los 15 días que dure la campaña, si bien entre ésta y la precampaña estará en todas las autonomías con elecciones.
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