Estados Unidos

Crisis humanitaria en Deraa

Carros de combate castigan la ciudad sin piedad. «Hay cadáveres en las calles porque los francotiradores disparan si alguien los recoge»

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El presidente sirio, Bachar al Asad, hizo ayer oídos sordos a las críticas y llamamientos internacionales para que cese la violencia contra civiles y volvió a castigar la ciudad de Deraa, disparando fuego de artillería pesada sobre los barrios de la parte vieja de la ciudad y contra la mezquita Omar, uno de los puntos calientes de las protestas anti régimen.
El asalto a la mezquita duró noventa minutos y en él participaron tropas del Ejército, apoyadas por tanques y tres helicópteros militares. Un cohete impactó en una vivienda contigua al templo y mató a una madre y su hijo.

El ataque a la ciudad donde comenzó la revuelta se saldó con diez muertos, tras una jornada violenta el día anterior que dejó un total de 62 víctimas mortales en todo el país, de las que al menos 20 cayeron en Deraa.

El «viernes de la ira» coincidió con las sanciones impuestas por Estados Unidos a tres altos oficiales del régimen de Asad –incluido su hermano Maher– y un acuerdo internacional para que la ONU investigue la muerte de civiles, cuya cifra global asciende a más de 560 desde que en marzo empezaran las protestas. Según diversos testigos, una veinte vehículos blindados entraron en Deraa junto a nuevas tropas para reforzar a las fuerzas de seguridad desplegadas en la ciudad desde hace una semana. El Ejército atacó indiscriminadamente casas, escuelas y mezquitas.

Tras una semana de bloqueo, en la castigada localidad ya se habla de crisis humanitaria. «La electricidad ha sido cortada y los suministros de agua escasean. Estamos bloqueados. Los tanques y las tropas han cercado la ciudad y no podemos salir de aquí», explicó a LA RAZÓN un activista por los derechos humanos que contactó por la red social Facebook. «La situación está empeorando. No tenemos ni médicos ni medicinas, ni siquiera leche para bebés», insistió Abdallah Abazid desde Deraa.

La situación es espeluznante, aún hay cadáveres tirados desde hace una semana en las calles porque «nadie puede recogerlos por temor a ser tiroteados por los francotiradores», informó a Efe por teléfono un residente. Varias personas que lograron cruzar la frontera con Jordania, a tres kilómetros de Deraa, explicaron que la ciudad permanecía sometida a una situación de terror, con soldados de la Cuarta División Acorazada –dirigida por Maher el Asad– y bandas armadas a sueldo del régimen disparando desde las azoteas y asaltando domicilios.

Según fuentes opositoras, las autoridades sirias pidieron ayer a los familiares de los muertos en los enfrentamientos del viernes que celebren los funerales en grupos reducidos para impedir que los actos fúnebres se conviertan en nuevas protestas y evitar más derramamiento de sangre.

Tras las manifestaciones violentas del «día de la ira», unos cincuenta miembros del partido gobernante Baaz dimitieron ayer en bloque. Las nuevas deserciones se suman a los 200 que han dimitido esta semana. También miembros en el exilio del movimiento extremista Hamas han decidido abandonar Damasco y han pedido asilo político en Qatar, según informó ayer el diario árabe «Al Hayat».