Irak

En su propio laberinto por Pilar FERRER

La Razón
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Fue el hombre del cambio tranquilo, y así ganó la secretaría general del PSOE. Contra todo pronóstico, algo tradicional en las primarias del partido, se impuso al «halcón» José Bono. Instalado en La Moncloa tras las elecciones de 2004, José Luis Rodríguez Zapatero tomó su primera gran decisión: la retirada de las tropas de Irak. Inició entonces una Legislatura bajo la égida de la izquierda. Mucho pacifismo, memoria histórica, laicismo y cantos obreristas. Pero la nueva victoria, cuatro años después, daría un completo giro a su política. La dura crisis económica, las cifras de paro, los ajustes y la presión exterior hicieron de Zapatero un presidente muy diferente.
La pasada semana, durante el debate del Consejo Europeo en el Congreso, utilizó ochenta minutos en el turno de réplica. Ni siquiera los suyos le escuchaban, inquietos en sus escaños, activos en los pasillos con el tema candente: la sucesión. Era el vivo escenario de un fin de ciclo, de una insoportable presión, de un gran desconcierto en las filas socialistas. Todo ello ha provocado el fin de la incógnita. José Luis Rodríguez Zapatero es el único presidente de la democracia al que no le echarán las urnas. Se va él antes de esao curra. Deja ante sí un baile de candidatos, una senda muy compleja ante las primarias. Alfredo, Chacón, Bono, Tomás, Fernández Vara y quién sabe cuántos otros nombres pueden ahora intentar salir al ruedo ante los militantes.
Aun con su intención de agotar la Legislatura, las cosas no serán nada fáciles. A partir de este momento, Zapatero queda como un presidente «interino», algo que se encargará de recodarle con insistencia el PP. No es la mejor situación para abordar las reformas económicas en marcha, como bien le sugirió Emilio Botín. Escocido por lo que le espetó Mariano Rajoy, «usted ya sólo tiene el apoyo de un banquero», ha demostrado que, una vez más, él solito mueve ficha. Queda por ver el resultado del 22 de mayo, clave para la actuación futura de los «barones» y aspirantes en juego. Como en el mítico laberinto de Creta, Zapatero ha terminado atrapado en el suyo propio. Demasiados caminos y conjeturas hasta la salida. Tras confundir a todos, al menos, la suya, ya está despejada.