Barcelona

El pulpo

La Razón
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Nos hemos enterado de la existencia de un pulpo que vaticina resultados futbolísticos. Los pulpos, como todos sabemos y ellos ignoran, son unos moluscos cefalópodos dibranquiales y octópodos, lo que nada garantiza su capacidad intelectual. En Asturias y la costa montañesa –lo de Cantabria es muy nuevo–, se le llama «pulpe», lo cual carece de toda originalidad. He tratado durante mi vida con muchos pulpos. En San Sebastián, pesqué más de uno en las rocas de Ondarreta y el Pico del Loro cuando las mareas bajas septembrinas. Desconocía que aquello tan feo que pescaba pertenecía a la reducida clase de los sabios. Pero hay un pulpo, en un acuario alemán, que no se equivoca cuando del fútbol se trata. Es decir, que es un pulpo que sabe muchísimo más de fútbol que Florentino Pérez y Valdano. Creo que Pérez haría muy bien en sustituir a Valdano por el pulpo, para que el Real Madrid acierte de una puñetera vez con sus fichajes. Ahí está Villa en el «Barça», Sneijder en el Inter y Robben en el Bayern. El pulpo jamás habría cometido semejantes estupideces. Sucede que también habría que nombrar al pulpo director de algunos diarios deportivos, pero tendría excesivo trabajo. La ventaja que tiene el pulpo sobre Valdano es que no cobra por equivocarse. Acierta con carácter gratuito, y es un detalle muy de agradecer. Sucede que a Florentino Pérez le convencen más los loros que los pulpos, y así va el Real Madrid. Cuando le preguntaron a don Santiago Bernabéu si consideraba que don Alfredo Di Stéfano había sido el mejor fichaje del Real Madrid, respondió afirmativamente. «Pero no sólo él. Mis mejores fichajes han sido Antonio Calderón, Raimundo Saporta, Agustín Domínguez y Di Stéfano». Tres colaboradores de despacho y directiva, y un futbolista. Porque un presidente tiene que saber rodearse y no creerse el poseedor de la verdad por culpa de la adulación de los medios y periodistas adictos. Y creo que a don Santiago se le olvidó nombrar a Muñoz-Lusarreta, un empresario teatral que financió la contratación de Amancio. Me he escapado del pulpo. El pulpo alemán no ha fallado ningún vaticinio. Mañana ubicarán en su celda acuática las urnas con las banderas de Holanda y España. Donde el pulpo encuentre acomodo, ahí estará la nación vencedora del Mundial de Sudáfrica. Pero no hay motivos para preocuparse en exceso si el pulpo adivino rodea con sus ocho tentáculos la urna holandesa. A pesar de ello, España podrá triunfar. Tiene un gran equipo y la fuerza imparable de una ilusión colectiva que empuja y sostiene a sus jugadores. En Madrid, en Barcelona, en Bilbao, en San Sebastián, en Vitoria, en Pamplona, en Valencia, Sevilla…en todas las grandes ciudades y pueblos de España, la Bandera de España, la de siempre, se ha convertido en el símbolo de la unión, la esperanza y el orgullo. Lástima que no sea así todos los días de todos los años. Pero mejor. Y al amor reencontrado por muchos hacia España, se une la sabiduría del pulpo, al que insisto, hay que contratar inmediatamente. No cobra y acierta. No habla y acierta. No da la murga y acierta. Ese pulpo es un chollo. De haberlo tenido el pasado año, Florentino Pérez podría haber dispuesto en su acuario una urna con el rostro de Villa y otra con el de Benzemá. Una con Sneijder y otra con Granero. Una con Robben y otra con Kaká. Y el Real Madrid se habría ahorrado dinero y triunfado en la Liga y la Copa de Europa. Pero ni él ni Valdano le llegan al pulpo a la última ventosa de sus tentáculos. ¡Viva España!