Londres

Somos empresarias qué pasa

Son mujeres y jóvenes, que le han plantado cara a la crisis y han montado su propia empresa con pocos medios y muchas ganas

Somos empresarias qué pasa
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Señoras y señores, una buena noticia, una declaración optimista: «Nuestra empresa va muy bien, nosotras estamos muy contentas», exclama Cristina, joven empresaria, que hace seis meses montó con su hermana una empresa de animación. En la televisión o en los titulares de los periódicos sólo se ven trabajos que se pierden, ERE, concursos de acreedores y una cola de paro que lleva meses acompañándonos. Las buenas noticias no son noticia, pero también hay pequeñas empresas que se abren frente a la intemperie y que están aguantando contra todo pronóstico.

Muchos de los nuevos negocios son ideas llevadas a la práctica por mujeres jóvenes, lo que no es casual: son ellas las primeras en ser despedidas en las empresas y las últimas en ser contratadas. En los malos tiempos, casi nadie quiere a empleadas que en cualquier momento pueden quedarse embarazadas y pedir la baja laboral.

Las nuevas empresarias decidieron no tener más jefes que ellas y confiar sólo en su esfuerzo y en su instinto para ganarse la vida. «Estaba en casa un día, bastante ‘‘ploff'' por no conseguir trabajo, y vi que en La2 estaban echando un reportaje sobre las franquicias que se exhibían en Ifema. Me fijé en lo de ‘‘Animal party''», continúa Cristina.

Era «assitant marketing» en una empresa, y como tanta gente, fue despedida por culpa de la crisis. Se quedó en paro, el tiempo pasó, se le agotó la prestación por desempleo, tuvo una hija y vivía del respaldo de su pareja. No podía seguir así: «Al día siguiente de ver el reportaje en la tele fuimos a ‘‘Expofranquicia'' y nos gustó la idea: unir lo que estábamos haciendo de forma amateur (la animación de los fines de semana) con el tema de los peluches: tienda y centro infantil», explica. Fue entonces cuando con el apoyo económico de su marido montó junto a su hermana la tienda de animación.

Insensatez
La necesidad de comenzar a ganar dinero y el hastío de estar en casa se unen con la valentía para jugarse parte del capital acumulado: «En mi caso, más que valentía, que supongo que también, lo que he hecho tiene un poco de ‘‘insensatez positiva'' –explica Laura–, porque si hubiera analizado todas las carencias que tenía, tanto económicas como de conocimiento empresarial (y que hay que valorar antes de embarcarse en algo así), no lo hago y seguro que también me hubiera evitado más de un disgusto. Por eso es insensatez, pero positiva, porque lo hice y gracias a una decisión insensata estoy yo aquí ahora».

Laura aporta un poco de experiencia y conocimiento con sus 32 años. Ahora, por fin, los días de descanso ha logrado dejar de pensar en su negocio, www. kyotraducciones.com. Se olvida, se divierte y el día siguiente vuelve a las preocupaciones. Es empresaria desde 2007, y aunque se dedicaba a otros negocios, la experiencia le sirvió para sobrevivir en los momentos en el que el dinero escasea: «Cuando empecé a emprender era finales de 2007 y en aquella época ya se palpaba la crisis que estaba por llegar. Como emprendedora sólo conozco lo que es desarrollar proyectos en épocas precarias y lo veo como un entrenamiento de alto rendimiento. Podrá sonar a tópico en estos días, pero la necesidad nos agudiza el ingenio».

Otras, las que acaban de empezar, no saben cómo dejar de preocuparse por su empresa. Aunque viven agobiadas a casi todas horas, no se quejan de su calidad de vida. Trabajan cinco o seis días a la semana y acaban muertas, con ganas de dormir hasta que comience la nueva semana.

Cambio de vida
«Mis amigas, a veces, no me entienden. Llego a casa agotada. Solamente quiero tumbarme y ellas me dicen que por qué no salgo». Alicia es una de las empresarias más jóvenes, que ha puesto una tienda de productos ecológicos después de estudiar Administración y Dirección de Empresas: «En los exámenes de fin de carrera en la universidad comencé con este proyecto: cree ‘‘La huerta de tu casa''. Está claro que mi vida ha cambiado. Pasé de ser estudiante a ser empresaria, pero estoy muy contenta de haber conseguido llevar a cabo mi idea de negocio. Siempre me he sentido emprendedora, estuve mucho tiempo buscando una idear que poder desarrollar».

Alicia se ve como una extraña en un mundo donde lo más sencillo sería quedarse parado, esperar y quejarse. No ha cumplido los 25 años y se está ganando la vida: «Podría quedarme en casa como he visto que hace mucha gente». Compara su vida y lo que ha tenido que hacer con la de gente diez años mayor que ella. Los tiempos han empeorado mucho cuando ni siquiera han pasado los quince años que dicen que es una generación. Tiene una teoría que exponer: «Antes lo tenías más fácil. Era más sencillo. Cuando se terminaba de estudiar, había trabajo. No había que pensar tanto para ganar dinero».

La situación ha hecho que casi todas hayan tenido que cambiar la vida que llevaban y mejor conocían, por otra donde las incertidumbres son mayores y las preocupaciones más constantes. Diana, con su empresa de márketing y publicidad Yuri 360, es un caso típico de una persona que se lanza: «Cuando me quedé en paro empecé a darle vueltas al asunto. Ése fue el primer paso que me motivo a crear mi propio negocio. El panorama laboral era muy negro y veía que la cosa iba para largo. Me pareció un buen momento para emprender la aventura».

Diana pasó de trabajar en una multinacional donde se dedicaba a una cosa en concreto y no se preocupaba de más asuntos, a tener que esta pendiente de todo lo que sucede en su negocio. Ahora nada de lo que ocurre en su negocio le es ajeno. Se está jugando su dinero.
Zolia, en su pastelería, en un negocio tan distinto del de Diana, vive una situación muy parecida: «Mi vida ha cambiado completamente. Imagina lo que es con 24 años pasar de vida de estudiante a llevar una empresa».

Zoila comenzó con tres trabajadores y ahora tiene a su cargo a 12 empleados. Antes de poner su tienda, Zoila se fue a «Le Cordon Bleu» en París, para aprender, pasó por Londres y llegó a Chicago para seguir formándose. Todas necesitaron un apoyo económico, pero incluso con eso, antes de atreverse, lo pensaron un par de veces y se prepararon hasta que consideraron que había llegado su momento. El azar o la precipitación no son los mejores consejeros para un negocio.

Sara Fernández, por su lado, comprobó que las cajas de las tiendas físicas cada día estaban más vacías. O no había negocio o estaban cambiando las formas de comprar. Creo la página web «dondelocompras.com». Mientras, Noelia y Cristina, para su tienda de animación, eligieron una buena zona de Madrid, en Conde Orgaz. Hicieron un estudio para ver si compensaba, pusieron en una balanza las fortalezas del negocio y las compararon con las debilidades. Cerca de su local hay 32 colegios y 52 guarderías. «A los niños se les niega pocas cosas y un cumpleaños es una vez al año». Pocos padres ahorran en eso y ellas están en el sitio exacto.

¿Un buen año?
Aunque puede que no en el momento. Pese a que el gobierno español y la Unión Europea van a dar ayudas a los empresarios con dinero o ventajas fiscales para revitalizar el comercios, según todos los indicios 2012 va a seguir siendo un año de crisis, en el que los recortes seguirán dañando a la economía mundial. Las perspectivas no son esperanzadoras. Todo pinta mal. «Mal, ¿no? dicen que se acaba el mundo, jejeje–escribe Diana, desde su empresa de márketing–. No, en serio, todos los comienzos son difíciles, pero quienes ponemos una empresa, siempre lo afrontamos con mucha ilusión. Sabemos que tendremos que trabajar duro, y más este año, pero creo que estamos preparados para hacerlos. Estoy segura de que entre todos saldremos de esta».

O piensan en positivo o cierran la puerta y se vuelven a casa, a esperar que se acabe el túnel. Eso lo van a hacer, claro. Intuyen que, como poco, el año que les espera va a ser «estresado», con muchas preocupaciones y por eso prefieren no mirar las malas noticias que asaltan todos los días la Prensa. Ellas no tienen más perspectiva que la que les da su negocio y por ahora no les va mal de todo. Si aguantan estos meses duros, si consiguen resistir ahora cuando menos se consume, el futuro que llegará después de esta crisis no puede ser más esperanzador, piensan.

«Me va bien– termina Laura– porque cada día vivo una aventura haciendo lo que me gusta y luchando por llegar a donde te propones llegar y por obtener mayores beneficios, por supuesto que sí. El emprendedor es dueño de sus limitaciones, creencias, sueños, acciones, etc. De nosotras mismas depende el enfoque que queramos darle a nuestra vida profesional. Eso, creo, que ya es irte bien».