Deportes

De galgos y podencos por Adolfo FRAILE NIETO

La Guardia Civil se llevó de la casa de Marta Domínguez un portatil y varios objetos
La Guardia Civil se llevó de la casa de Marta Domínguez un portatil y varios objetoslarazon

Para quienes vivimos los avatares del deporte desde la atalaya juridico-forense, no nos sorprende en absoluto el penúltimo ¿y nuevo? caso denominado «Operación Galgo». Llueve sobre mojado. Desde la «Operación Grial», con sus once detenciones, pasando por la «Operación Puerto» (que sigue dando sus frutos por lo que se ve), hasta la actual «Galgo», con catorce detenciones, todo indica que la lucha sin cuartel emprendida por el Consejo Superiro de Deportes, con su «tolerancia cero», es una realidad –para los que amamos el deporte– irreversible.
 No podemos, por ello, olvidar que estamos en un Estado de Derecho. El principio de presunción de inocencia de los detenidos, la ausencia clara de implicación de algunos corredores (llamados como testigos), hacen que se deba ser mucho más que cauteloso. Porque no estamos hablando de una multa, ni de una sanción de dos años, que queda reducida a uno por «la colaboración de los imputados», sino de la imputación de un delito contra la salud pública,contemplado en el artículo 361 bis) del Código Penal. Algo muy grave, si vemos sus consecuencias de prosperar la calificación: pena de seis meses de cárcel a dos años para los que «sin justificación terapéutica», proporcionen a cualquier deportista «sustancias o grupos farmacológicos prohibidos, así como métodos no reglamentarios, destinados a aumentar sus capacidades físicas o a modificar los resultados de las competiciones». Y no sólo eso. Quienes fueran declarados autores del citado delito pueden ser condenados, además, a multa e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio por un plazo de dos a cinco años. No olvidemos que el Consejo Superior de Deportes no está sólo en esta tarea, cuenta con la ayuda de diversos Convenios sucritos con el Ministerio del Interior, que hacen que la red de distribución y tráfico de productos o sustancias dopantes esté en el punto de mira del citado Ministerio del Interior.
La punta del iceberg la expuso con toda clara el médico Eufemiano Fuentes en sus declaraciones al diario alemán «Stern»: «El deporte de alto rendimiento es un circo en el que la salud del deportista es algo secundario». Es poner el ventilador para que la porquería se extienda sin distinguir a honrados (la inmensa mayoría de los deportistas de alto nivel y alto rendimiento) de tramposos y, a estos últimos, acompañados de la red de traficantes que les da cobertura médica y logística.
Ser deportista de élite, de alto nivel o rendimiento es, primero, aceptar las reglas que rigen la disciplina deportiva en la que compite y, en segundo lugar, pero no menos importante: no admitir jamás, bajo ningún pretexto, que el fin justifica los medios. Esa teoría totalitarista-estalinista del Bien Superior, envuelta en la gloria del Medallero Olímpico, es la que debemos evitar, sin hipocresías, dobles raseros para medir, ni falsos objetivos de grandes gestas deportivas, que sólo conducen a nuestro jóvenes deportistas de alto rendimiento al hundimiento personal y profesional. Deporte limpio, es adjetivo inseparable e inescindible de deportista.
Si Don Tomás de Iriarte, poeta y dramaturgo canario, prototipo del cortesano dieciochesco, más conocido por sus Fábulas literarias, pudiera leer algo de lo publicado –que no tiene nada de fábula, ni de fabuloso– esbozaría ahora mismo una sonrisa burlona señalando su fábula de «Los dos conejos».


Adolfo Fraile Nieto es abogado-experto en Derecho del Deporte. Presidente del Comité Jurisdiccional de la F.A.F