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La verdad aunque duela

La Razón
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Durante casi ocho años, decir la verdad en España ha sido motivo de escarnio. Cosa de valientes sin miedo al vilipendio profesional o personal. Si alertabas de la situación económica, eras un antipatriota; si denunciabas la negociación del Gobierno con ETA, no deseabas la paz; si resistías a sus desmanes sectarios, fomentabas la crispación política. Estrenamos ahora un Gobierno que levanta la bandera opuesta. «Decir siempre la verdad, aunque duela, decir la verdad sin adornos ni excusas, llamar al pan, pan; y al vino, vino», dijo Rajoy en su investidura. Y no ha necesitado esperar a que Bruselas o el FMI nos den la mala noticia: España volverá a la recesión, ha anunciado sin medias tintas ni el alucinógeno de los brotes verdes. Baño de realidad para que nadie se haga falsas ilusiones: aumentará el paro y seremos más pobres. La verdad, siempre. Aunque duela. Imprescindible para la restauración de la convivencia democrática bajo principios morales. «Para poder enseñar a todos los hombres a decir la verdad, es preciso que aprendan a oírla», escribió Samuel Johnson. La verdad también para reconocer, sin paliativos, la situación de riesgo sin precedentes que enfrentamos y vitamina para tiempos urgidos de responsabilidad. Porque hay salida al final del túnel si hacemos las cosas bien. Todos. Sin ejemplaridad no hay liderazgo que pueda apelar al sacrificio. Ni reto colectivo que se alcance mediante el engaño. El Gobierno de Rajoy anunciará mañana las primeras medidas de ajuste. Es toda una demostración de equidad que la tijera venga acompañada de una revalorización de las pensiones. Repara una inmensa injusticia: convertir a nuestros mayores en las primeras víctimas de los recortes.