Historia
OPINIÓN: Orden
Aquí, en la Universidad, los Abades y Abellanes se quejaron al Rector: nos sentimos perjudicados por los Tudelas y los Zamoras, que siempre hacen los exámenes orales al final, así que exigimos que se sortee cada año la letra por la que empezarán dichos exámenes. Dicho y hecho, cada año se publica el resultado del sorteo y ay del profesor que empiece un examen por el primero de la lista alfabética. Con los apellidos van a hacer lo mismo estos del gobierno: el orden alfabético privilegiará a los Abades en la misma medida en que perjudicará a los Zuloagas, de modo que acabará habiendo y apareciendo en el BOE un sorteo anual que establecerá que, en materia de apellidos, cada año se empezará a contar por la letra tal, pues la única alternativa sería que lo de figurar primero el propio se lo jugaran a los chinos el contrayente y la contrayenta, secretario judicial por medio. Se ha sugerido que en caso de discordia decida el juez: malo, Manuel; es gana de que empiece el matrimonio con una bronca y siga luego con el cabreo permanente del que haya resultado preterido. ¿Será caso asimilable a la violencia (psicológica) machista? Podría ser, que por menos se ha condenado a un hombre en esta España miembra, pero digo yo que este cúmulo de inconvenientes se podría resolver prescindiendo del nombre y del apellido, que serían sustituidos por un código de barras en la frente. Marcados como las reses, en la cara llevaríamos hasta los dichosos veinte dígitos de la cuenta corriente y, si pudiera ser, una fecha de caducidad para poner fin a ese desorden que supone el hecho de que la gente se muera a su antojo. ¿Qué es esto, hombre? A morir dentro de fecha, oiga, que me rompen las estadísticas.
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