Londres
La Tate prohíbe caminar sobre las pipas de Weiwei por problemas tóxicos
Nadie podrá caminar más sobre las pipas de Ai Weiwei. La Tate Modern tomó ayer la decisión de cerrar el acceso a la sala de turbinas para evitar que los visitantes tuvieran contacto con la instalación del reconocido artista chino.
La exposición abrió sus puertas el pasado martes. Weiwei quería que la gente pisara el suelo movedizo de cien millones de pipas de porcelana, pero la galería se percató de que la interacción con la obra de arte levantaba un polvo que podría suponer un riesgo para la salud. A partir de ahora, la instalación podrá ser contemplada sólo desde el puente instalado dentro de la galería.
«Aunque la porcelana es muy sólida, la entusiasta interacción de los visitantes ha provocado como resultado un nivel de polvo mucho más alto de lo esperado –explicó ayer un portavoz–. Después de hablar con el artista se ha determinado que ésta es la mejor solución».
No es la primera vez que una instalación de la famosa sala de Turbinas provoca problemas. En 2006, los polémicos toboganes de Carsten Höller dejaron a varios heridos, en 2007 la grieta de Doris Salcedo tuvo que ser cercada después de los visitantes metieran el pie en ella, y el año pasado el gran cubo oscuro de Miroslaw Balka provocó alguna que otra lesión.
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