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OPINIÓN: Sacerdotes para la evangelización del mundo de hoy

La Razón
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En los últimos domingos he comentado los diversos aspectos y actos de la «Misión Metrópolis» relacionados con el tiempo de Cuaresma. Tal iniciativa se realiza en doce grandes ciudades europeas –entre ellas Barcelona– durante estas semanas con una finalidad clara, que está también muy presente en las exigencias que la Iglesia nos propone en el tiempo de preparación a la fiesta de Pascua: convertirnos a Dios y buscar los caminos más adecuados para ofrecer a los hombres y mujeres de hoy, a los jóvenes y a los niños y niñas de nuestro tiempo el Evangelio de Jesús, nuestro Salvador.
Es necesario velar por la presentación de este gran tesoro que tenemos que es Jesús y su Evangelio. Y aquí se nos plantea la necesidad de promover las vocaciones al sacerdocio. Nos lo exige la celebración del Día del Seminario que celebramos cada año el domingo más cercano a la fiesta de San José, que este año coincide con este domingo cuarto de Cuaresma.
El Día del Seminario tiene por lema este año «Pasión por el Evangelio». Nuestra sociedad tiene gran necesidad de sacerdotes que sean muy conscientes de que el Señor les ha llamado para evangelizar y de que evangelizar es fruto de su amor a Jesús y su consecuente deseo de anunciarlo a todos.
Con este espíritu de amor a Dios y a los hermanos, los sacerdotes de hoy han de conocer la realidad de nuestra sociedad, con sus desafíos y sus retos, para buscar respuestas y maneras nuevas de presentar a Jesús y su Evangelio a los hombres y mujeres de hoy, que viven inmersos en un contexto cultural diferente al de sus antepasados. Esto es lo que pretende la nueva evangelización.
En la acción pastoral no podemos hacer lo mismo que hemos hecho siempre; hemos de buscar qué debemos cambiar e innova para ofrecer la misma salvación de Jesús. En este sentido, necesitamos sacerdotes jóvenes que aporten sus carismas personales a la acción de la Iglesia para llamar a las personas a la fe y a la vida cristiana. Sin esos sacerdotes jóvenes difícilmente tendremos una acción pastoral con los jóvenes y sin esta acción con los jóvenes será difícil que surjan nuevas vocaciones sacerdotales.
Por eso invito a todos los diocesanos a rezar y a trabajar para que las comunidades de hoy y del futuro tengan pastores apasionados por Jesús. Trabajar por las vocaciones sacerdotales y ayudarlas espiritualmente y con recursos económicos en su formación es también un valioso servicio a la causa de la evangelización.
Nuestro Seminario dispone de un buen equipo de sacerdotes que ayudan a los jóvenes seminaristas a alcanzar aquella formación humana, espiritual, intelectual y pastoral que los capacite para ser unos servidores fieles de Jesús y de su Evangelio. En este sentido, me complace comunicar que este curso han ingresado en nuestro Seminario nueve seminaristas más.