Moscú

Sin amparo de la UE

La Razón
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La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en un ejercicio de pedagogía política, trasladó ayer a los electores catalanes cuál sería la posición de la Unión Europea ante la hipotética secesión de Cataluña evitando, al mismo tiempo, caer en la primera de las trampas tendidas por Artur Mas, bastante burda por cierto, que exigía del Ejecutivo una consulta oficial al Consejo Europeo. Ese tipo de aclaración ya había sido demandada en 2004 por una eurodiputada socialista de Gales, que citaba el precedente de Argelia, país que se independizó de Francia en 1962 cuando el Tratado de Roma, por el que se fundó la Comunidad Económica Europea, ya llevaba en vigor un lustro. La respuesta del Colegio de Comisarios, que presidía Romano Prodi, fue tajante: una nueva región independiente debería abandonar la UE y presentar a continuación su candidatura de ingreso, en las condiciones establecidas por el artículo 49 del Tratado de la UE que, entre otras cuestiones, establece que la readmisión debería ser aceptada por la unanimidad de todos los socios. Ya Romano Prodi, en una respuesta de 2002, en los albores del «Plan Ibarreche», había dejado claro que los tratados europeos no amparaban en ningún caso la pretensión soberanista del PNV. La ciudadanía en la UE, venía a decir el presidente de la Comisión, se ejerce a través de los Estados miembros. Éstos son los hechos, tozudos, y es de esperar que Artur Mas y sus portavoces se avengan de una vez por todas a trasladarlos a la opinión pública de Cataluña en lugar de seguir insistiendo en que no hay nada previsto legalmente en los tratados comunitarios y agarrándose a una quimérica negociación que existe sólo en la mente de quien la propone. Asimismo, debería servir de alerta a Mas el escaso eco de sus pretensiones en el conjunto de la comunidad internacional. Su viaje a Moscú, de clara intención propagandística y muy costoso para las arcas públicas, dado el nutrido séquito de funcionarios que lo acompañaban, ha tenido un trato institucionalmente muy menor por parte de las autoridades rusas. No es de extrañar que los empresarios catalanes convocados para la gira se hayan sentido engañados por la evidente manipulación. Sin embargo, no todo son verdades a medias y demagogia populista entre las filas de CiU. Duran Lleida, el líder de Unió, consciente de su responsabilidad para con su partido y para con los ciudadanos de Cataluña, convocados a unas elecciones desnaturalizadas por la apuesta soberanista de Mas, ha dejado claro que una Cataluña independiente estaría fuera de la UE. Pero ha dicho algo mucho más importante: «Que es malo para España no tener a Cataluña y es malo para Cataluña no tener a España». Y, por tanto, «no veo a Cataluña sin España». Desde ahí podemos avanzar.