Cataluña
Firmeza de Rajoy ante Mas
Aunque el resultado estaba cantado de antemano, la entrevista de Mariano Rajoy y Artur Mas ha sido de gran utilidad. En primer lugar, porque ha dado cumplimiento a un acuerdo del Parlamento catalán de proponer al Gobierno un pacto fiscal que rompe con el modelo vigente. En segundo lugar, porque ha oficializado el rechazo, razonado y firme, del presidente Rajoy a tomarlo en consideración de acuerdo al marco constitucional, con lo que decae la propuesta. En tercer lugar, porque el encuentro ha confirmado la quimera nacionalista a la que se han entregado Mas y los independentistas al proponer iniciativas que chocan de plano con el ordenamiento jurídico. Y en cuarto lugar, pero seguramente el más importante, porque ha reforzado el consenso constitucional entre los dos grandes partidos nacionales. En efecto, el desafío del pacto fiscal ha unido a PP y PSOE frente al separatismo y recompone un acuerdo básico que se rompió a raíz de la malhadada reforma del Estatut. El hecho de que Rajoy, nada más terminar la reunión, llamara a Rubalcaba para darle cuenta de la misma es más que elocuente. Es de suma importancia, en el actual estado de cosas, que los dos grandes partidos de gobierno refuercen la estabilidad institucional y garanticen un futuro sin aventuras ni frivolidades. Aunque sólo fuera por esto, la visita de Mas a Rajoy ya mereció la pena. Por lo demás, ayer se pusieron sobre la mesa dos concepciones diametralmente opuestas de cómo afrontar la crisis y de organizar la convivencia entre los españoles. Por un lado, la del presidente Rajoy, anclada en la Constitución, contraria a iniciativas que provocan inestabilidad, pero dispuesta a reformar los mecanismos de financiación de forma negociada, además de ayudar a Cataluña mediante el Fondo de Liquidez. Una propuesta coherente y positiva. Enfrente, la de Mas: ambigua, farragosa y victimista, como si respondiera a cálculos electorales. En su discurso se mezcló una cosa y la contraria: el rechazo a la Constitución y su promesa de «no romper»; la exigencia de la soberanía fiscal y su mano tendida para recibir los 5.023 millones de rescate, que llamó «cierta lealtad institucional»; su ampulosa invocación a Europa y su desprecio al marco legal de la UE; y, en suma, su insistencia en la manifestación de la Diada (600.000 participantes según Interior, 1,5 millones según la Generalitat), cuando Cataluña tiene siete millones de ciudadanos. Como es natural, Mas tiene pleno derecho a proponer una reforma de la Constitución, pero deberá seguir el procedimiento legalmente establecido, sin atajos ni órdagos. Como era previsible, el presidente de la Generalitat se negó a desvelar su hoja de ruta a partir de aquí. Pero no es difícil intuirla. La próxima semana tendrá lugar el debate de política general en el Parlamento autonómico, plataforma idónea para convocar elecciones anticipadas.
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